"Entonces
Dios le dijo en el sueño: Sí, yo sé que en la integridad de tu corazón has
hecho esto; y además, yo te guardé de pecar contra mí; por eso no te dejé que
la tocaras."
Todos hemos
estado alguna vez bajo la mirada de alguien que nos vigila para nuestro bien,
para guardarnos de hacer algo mal o de equivocarnos. En ocasiones la
supervisión puede ser algo molestoso, puede causarnos incomodidad, pero que
habría sido de nuestras vidas sin la supervisión de nuestros padres, maestros,
amigos, y podemos poner el nombre de cualquier persona que ha sido influyente
en nuestra vida; seguramente no seríamos las personas que somos ahora.
Algo así le
sucedió a Abimelec, recogió a Sara, la cual para él era hermana de Abraham,
pero no llego a acostarse con ella. Dios le iba a quitar la vida, y él se
defendió "Entonces Dios le dijo en
el sueño: Sí, yo sé que en la integridad de tu corazón has hecho esto; y además,
yo te guardé de pecar contra mi". Abimelec obró bien, pero no por su
voluntad, sino porque la gracia protectora de Dios le guardó de pecar.
Todo ser
humano tiende a hacer el mal, desde pequeñitos, basta que nos digan que no
debemos hacer algo para que en nuestro interior se cree una necesidad y una
ansiedad por hacerlo. Cuando Dios hizo el pacto con Noé dijo “porque la intención del corazón del hombre
es mala desde su juventud”. Aún más
lejos va el rey David “todos se han
desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni
siquiera uno.” Todos podemos sentirnos identificados con esta realidad, nos
encanta hacer el mal, nuestro corazón tiende a estas cosas.
Pero Dios
sigue siendo fiel igual que con Abimelec, si algo hacemos bien es gracias a que
su perfecta gracia nos lleva a hacerlo “porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales
Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Es tan difícil que
hagamos el bien que Dios tuvo que preparar obras buenas para que las pudiésemos
hacer. Pablo lo expresa a la perfección “Pues
no hago el bien que deseo, sino el mal que no quiero, eso practico”. Dios
tiene el control por completo de la voluntad humana, por nuestras fuerzas no
podemos hacer el bien. Pidamos a Dios que nos enseñe y nos muestre sus buenas
obras hoy para poder andar en ellas.
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