Génesis 27 - Ceguera espiritual


"Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí. Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no se el día de mi muerte. Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y traérmelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes de que yo muera.”

La verdad es que el tiempo en que nos ha tocado vivir sin ninguna duda lo podríamos definir como un tiempo oscuro en cuanto a espiritualidad se refiere. Nadie quiere saber nada de Dios, la gente es reacia a todo lo que tengas que ver con el creador de todo, en cambio es verdaderamente asombroso lo receptible de la población cuando se trata de ocultismo, lectura de cartas,  invocación de espíritus, etc. Sin ninguna duda el mundo espiritual y más concretamente lo que concierne a Satanás tienen un fuerte tirón y atracción en el hombre de nuestro tiempo. Las tinieblas a nivel espiritual nos gobiernan, y sin ninguna duda ejercen presión sobre aquellos que si creemos en Dios, pero poco a poco sin darnos cuenta pueden llegar a cubrirnos y a alejarnos de la única y verdadera luz, así, sin verlo nos convertimos en ciegos espirituales.

Isaac era un hombre mayor, que poco a poco se iba a apagando, que había perdido su vista y sentía que la muerte estaba cerca, ante esto llama a Esaú. "Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí. Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no se el día de mi muerte. Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame un buen guisado como a mí me gusta, y traérmelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes de que yo muera.” Esaú no había sido un buen hijo, es más le había vendido la primogenitura a su hermano Jacob y además se nos dice que “Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó con Judit y con Basemat; y ellas hicieron la vida insoportable para Isaac y Rebeca.” Isaac demostró que no solamente  había perdido la visión física, sino que sus sentimientos hacia su hijo Esaú, su favorito, le estaba convirtiendo en un ciego espiritual.

En este tiempo en que las tinieblas son tan grandes, que la presión espiritual es tan fuerte, los cristianos también sin darnos cuenta nos volvemos ciegos espirituales. Creemos que hacemos las cosas bien, que andamos conforme a lo que Dios dice, pero los requisitos los marca nuestra mente. Nos hemos convertido en una generación que vive de sus recuerdos y de lo que parece que está bien, y nos hemos olvidado de ver la manera en que Dios nos dice que debemos vivir. Nos hemos metido en una cueva oscura en la que vivimos a oscuras, ciegos espirituales. Solo hay una manera de recuperar la vista, conseguir fuego, y el fuego espiritual no se consigue con mecheros, cerillas o cualquier utensilio moderno, no hay fórmulas mágicas, debemos usar piedras, frotarlas hasta que salte la chispa que nos devuelva la visión. Estas son las dos únicas piedras que nos pueden devolver la vista:

-          La oración: La oración es la piedra que nos pone en contacto directo a Dios, la que nos acerca a la santidad, la que inicia el proceso de purificación, es el momento en el que el Espíritu Santo nos muestra nuestra iniquidad y la suciedad de nuestro corazón. Es imposible recuperar la vista si no vamos a la luz, sino vamos a Dios. La oración es el colirio que limpia nuestros ojos. Sin oración es imposible ser santo “Y sin santidad nadie verá a Dios”.

-          La Biblia: La segunda piedra y exactamente igual de importante que la oración. La Biblia es el espejo en que nos miramos, donde se nos ven los defectos, es donde nos identificamos con otros que fueron ciegos y recuperaron la vista. La Biblia nos da las instrucciones para lograr fuego y hacerlo cada día más y más grande. “Inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia.” Para encender el fuego que nos haga ver.

Da igual que las tinieblas sean muy grande, que te estés cegando, esta nueva semana es una oportunidad excelente para volver a recuperar la vista. Cuanto más grande y densa sea la oscuridad mayor será la revelación de la luz de Dios. Busca a Dios, conócelo en oración, pasa tiempo de calidad con Él y deja que la Biblia sea la que te enseñe, te riña, te corrija y te devuelva la vista.


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