"Y
aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver,
llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí.
Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no se el día de mi muerte. Ahora pues, te
ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame
un buen guisado como a mí me gusta, y traérmelo para que yo coma, y que mi alma
te bendiga antes de que yo muera.”
La verdad es que el tiempo en que nos ha tocado
vivir sin ninguna duda lo podríamos definir como un tiempo oscuro en cuanto a
espiritualidad se refiere. Nadie quiere saber nada de Dios, la gente es reacia
a todo lo que tengas que ver con el creador de todo, en cambio es
verdaderamente asombroso lo receptible de la población cuando se trata de
ocultismo, lectura de cartas, invocación
de espíritus, etc. Sin ninguna duda el mundo espiritual y más concretamente lo
que concierne a Satanás tienen un fuerte tirón y atracción en el hombre de
nuestro tiempo. Las tinieblas a nivel espiritual nos gobiernan, y sin ninguna
duda ejercen presión sobre aquellos que si creemos en Dios, pero poco a poco
sin darnos cuenta pueden llegar a cubrirnos y a alejarnos de la única y
verdadera luz, así, sin verlo nos convertimos en ciegos espirituales.
Isaac era un hombre mayor, que poco a poco se iba
a apagando, que había perdido su vista y sentía que la muerte estaba cerca,
ante esto llama a Esaú. "Y
aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver,
llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí.
Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no se el día de mi muerte. Ahora pues, te
ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame
un buen guisado como a mí me gusta, y traérmelo para que yo coma, y que mi alma
te bendiga antes de que yo muera.” Esaú no había sido un buen hijo, es más
le había vendido la primogenitura a su hermano Jacob y además se nos dice que “Cuando Esaú tenía cuarenta años, se casó
con Judit y con Basemat; y ellas hicieron la vida insoportable para Isaac y
Rebeca.” Isaac demostró que no solamente
había perdido la visión física, sino que sus sentimientos hacia su hijo
Esaú, su favorito, le estaba convirtiendo en un ciego espiritual.
En este tiempo en que las tinieblas son tan
grandes, que la presión espiritual es tan fuerte, los cristianos también sin
darnos cuenta nos volvemos ciegos espirituales. Creemos que hacemos las cosas
bien, que andamos conforme a lo que Dios dice, pero los requisitos los marca
nuestra mente. Nos hemos convertido en una generación que vive de sus recuerdos
y de lo que parece que está bien, y nos hemos olvidado de ver la manera en que
Dios nos dice que debemos vivir. Nos hemos metido en una cueva oscura en la que
vivimos a oscuras, ciegos espirituales. Solo hay una manera de recuperar la
vista, conseguir fuego, y el fuego espiritual no se consigue con mecheros,
cerillas o cualquier utensilio moderno, no hay fórmulas mágicas, debemos usar
piedras, frotarlas hasta que salte la chispa que nos devuelva la visión. Estas
son las dos únicas piedras que nos pueden devolver la vista:
-
La oración:
La oración es la piedra que nos pone en contacto directo a Dios, la que nos
acerca a la santidad, la que inicia el proceso de purificación, es el momento
en el que el Espíritu Santo nos muestra nuestra iniquidad y la suciedad de
nuestro corazón. Es imposible recuperar la vista si no vamos a la luz, sino
vamos a Dios. La oración es el colirio que limpia nuestros ojos. Sin oración es
imposible ser santo “Y sin santidad
nadie verá a Dios”.
-
La Biblia: La
segunda piedra y exactamente igual de importante que la oración. La Biblia es
el espejo en que nos miramos, donde se nos ven los defectos, es donde nos identificamos
con otros que fueron ciegos y recuperaron la vista. La Biblia nos da las
instrucciones para lograr fuego y hacerlo cada día más y más grande. “Inspirada por Dios y útil para enseñar,
para reprender, para corregir, para instruir en justicia.” Para encender el
fuego que nos haga ver.
Da igual que las tinieblas sean
muy grande, que te estés cegando, esta nueva semana es una oportunidad excelente
para volver a recuperar la vista. Cuanto más grande y densa sea la oscuridad
mayor será la revelación de la luz de Dios. Busca a Dios, conócelo en oración,
pasa tiempo de calidad con Él y deja que la Biblia sea la que te enseñe, te
riña, te corrija y te devuelva la vista.
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