Génesis 34 - Pasándose de la raya


“Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón.”

Se dice que la venganza que se sirve fría, es una reacción natural e innata del ser humano, cuando nos hacen algo, tenemos la necesidad de resarcirnos. Esto es más agudo en ciertas personas, las cuales son capaces de planificar un plan perfecto para que el contragolpe sea mayor aún y además no salpique. Esto a lo largo de toda la historia ha traído como consecuencia desde amigos que por traición y venganza han roto su relación hasta países enfrentados por conflictos de muchos años atrás, pasando por familias rotas o enfrentamientos raciales o religiosos

Génesis 34 nos narra una historia complicada de las que hace que algo se nos conmueva en su interior. Dina la hija de Jacob fue de paseo y en esta salida fue violada por Siquem, un cananeo. Esto llevó a que los hermanos de Dina pactaran con la familia de Siquem aunque detrás de todo esto había un plan de venganza, tras lograr que estos los hombre cananeos se circuncidaran “sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor, dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida y mataron a todo varón.” Tenemos que pensar con la mentalidad de aquella época para poder entender la situación, mientras que para los cananeos, para Siquem, una violación  no era nada mal visto, para Jacob y su familia era una fuerte afrenta y merecía ser castigado justamente con la muerte. Así lo marcaba la ley natural de aquella época.  

Creo que hoy en día ambos actos nos parecen desproporcionados, una violación, incluso dentro de el mundo delictivo es de los peores delitos, y la venganza desproporcionada, nadie actuaría así hoy en día, aunque es cierto que el cine nos presentan historias parecidas y padres desesperados haciendo barabaridades para vengarse. Los hijos de Jacob estaban en su derecho pero se excedieron, no solo se vengaron sino que además cogieron botín de la ciudad, esto no entraba dentro de lo que en aquel tiempo por derecho le pertenecía.


Creo que podemos sentirnos relacionados con ellos, hay tanta gente que nos ha herido y hecho daño, tantas heridas que hemos recibido, que se hace difícil no planear una venganza, que se hace complicado no esperar al momento perfecto para devolverlo, pero no vivimos en el tiempo del “ojo por ojo y diente por diente”  como los hijos de Jacob, sino que Jesús nos instó a “amar a nuestros enemigos”. Podemos pensar que nuestra venganza es de nuestro derecho, pero no debemos olvidar que el pecado de los demás no nos justifica a nosotros. Dios es el juez justo “por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de parte de Dios”. El mal que hemos recibido de otros no nos da via libre para pecar, recordemos que damos cuentas a Dios y no a los hombres, que vivimos para su gloria y no para nuestra satisfacción y nunca olvidemos “amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor”. Esta es nuestra esperanza que el único juez justo vengará nuestras afrentas.

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