“Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en
vuestros placeres.”
La vida del ser humano se mueve
por sus necesidades, tanto aquellas que son básicas, como aquellas que
podríamos llamar complementarias. Son necesidades que las primeras necesitan
ser saciadas y las segundas deberían, aunque en el caso de no serlo tampoco
cambia en exceso la cosa. Esto afecta directamente a la oración. Tantas veces
oramos a Dios, esperamos una respuesta y no la obtenemos, ¿estamos haciendo
algo mal? ¿Dios se ha olvidado de nosotros? ¿Ha dejado de querernos Dios? ¿Quizá
estemos haciendo algo mal? El enfoque está en el motivo por el que oramos.
¿Qué es lo que nos lleva a orar?
¿De dónde viene nuestra oración? ¿Por qué desea ese resultado? Nos dice
Santiago al respecto: “Pedís y no
recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres.”
Esto que aparentemente es algo sencillo de entender es algo muy complejo,
porque pone el énfasis de esto no está tanto en la oración como en el corazón.
La motivación de la oración es lo que traerá el éxito.
La oración es algo complejo, pero
hay que tener claro que la oración no es la máquina en la cual echamos una
moneda y Dios nos da lo que queremos. Si Dios diese todo lo que pedimos
demostraría ser un mal padre, un padre que malcría a sus hijos y Dios no puede
ser mal Padre. El éxito de una oración, la encontramos en la primera carta de
Juan “Y esta es la confianza que tenemos
en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” El
énfasis no está en nuestra petición, está en que sea conforme a su voluntad, y
para esto debemos conocer la voluntad de Dios.
Cuando vemos a los discípulos,
nunca le pidieron al Señor que les enseñara a predicar, nunca pidieron clases
sobre teología o les preguntaron cómo podían echar fuera demonios, pero en
cambio sí que le dijeron, “enséñanos a
orar”. No estaban buscando nuevas formas, estaban buscando la manera
correcta de presentarse ante Dios. Y el Padre Nuestro va a poner el énfasis en
algo imprescindible “hágase tu voluntad
como en el cielo así también en la tierra”, porque la realidad es que
ninguna oración cambiará la voluntad de Dios.
¿Acaso dejará Dios de sanar a
alguien porque no oremos? ¿Está el poder de Dios atado a que nosotros hagamos algo
de manera correcta? ¿Quedará alguien sin recibir algo cuando Dios sabe de lo
que tenemos necesidad incluso antes que le pidamos? ¡De ninguna manera! La
oración no es más que el medio que Dios utiliza, pero nunca será la
desencadenante de una respuesta. Es la soberanía, la gracia y la misericordia
de Dios la que obra, no nuestras oraciones, por eso cuando pedimos según la
voluntad de Dios hay respuesta, por eso cuando pedimos egoístamente no la hay,
porque Dios responde para exaltar su gloria. ¿Cómo estas pidiendo tú a Dios?
AP
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