Colosenses 2:11-14 - La mayor victoria de la historia

"En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz."

La historia está llena de grandes batallas y de victorias épicas, todos recordamos al caballo de Troya como una estrategia perfecta y una victoria totalmente inesperada. Tantas guerras como victorias han habido en la historia y muchas de ellas serán recordadas. Pero hubo otra que quizá nunca sea recordada como una guerra, que es posible que aparentemente no sea excesivamente épica al menos aparentemente pero que ha tenido más trascendencia que ninguna otra.

Y sobre esta victoria Pablo escribe a los Colosenses, "en él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz."

Hubo una batalla legal en el Gólgota, un acta hablaba acerca de nuestra condenación, uno a uno todos nuestros malos pensamientos, malos sentimientos, malos actos, malas palabras, todo aquello que podríamos haber hecho y no hicimos estaba escrito para presentarlo ante el juez, para que fuesemos condenados, para que pagasemos por toda la eternidad. No habían priebas que pudiesen torcer el veredicto, la sentencia estaba clara y sobre nuestra cabeza la palabra culpable posaba.

Pero en la muerte de Cristo todo cambió, Él pagó nuestra condena con su sangre, en la cruz exhibió el acta de todos los pecados de sus hijos y dijo: "yo pago por ellos". Él fue castigado y procesado por nuestros errores, fallos y maldad. Para que pudiesemos tener vida, Él murió y fue un pago total, por todo lo malo que hemos hecho, que hacemos y que haremos, todo esta pagado y hecho público, los hijos de Dios han sido perdonados porque Cristo pagó el precio en la cruz. ¿No es esto maravilloso? ¿No es fantástico vivir sabiendo que no tenemos ninguna deuda? ¡Estate contento! La gran batalla se libró en la cruz, la más épica y el mayor beneficiado eres tú si realmente eres hijo de Dios.

AP

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