“Al oír Abram que su pariente había sido llevado cautivo, movilizó a sus
hombres adiestrados nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y salió en su persecución
hasta Dan”
Esto tranquilamente
podría haber sido el guion de una película de Hollywood protagonizada por
Silvester Stallone es sus años jóvenes. El sobrino de Stallone es secuestrado
de una manera violenta, y su tío junto a su ejército sale al rescate de su
sobrino con un resultado excelente, no solamente salva a su sobrino sino que
además recupera todas sus posesiones y a todas las personas que estaban con
Lot. Tranquilamente Abram podría haber dicho: “Me encantan que los planes
salgan bien”.
Es
increíble lo que puede llegar a hacer el amor por un ser querido que es herido:
“Al oír Abram que su pariente había sido
llevado cautivo, movilizó a sus hombres adiestrados nacidos en su casa,
trescientos dieciocho, y salió en su persecución hasta Dan.” El corazón de
Abram se debió doler mucho al enterarse de la noticia y rápidamente, sin
pensarlo montó un ejército con el único objetivo de salvar a su querido sobrino.
¡Cuánto
tenemos en común con Lot! Cada uno de nosotros habíamos sido atrapados por el
enemigo, un enemigo que se llama pecado, que nos controlaba, que nos
esclavizaba, que nos había quitado la libertad, un ejército de maldad que nos
había privado de todos nuestros derechos tanto en nuestra vida, como en la
eternidad.
Abram
nos sirve de ejemplo para ver a Dios a través de él, Abram fue con un ejército
completo a rescatar a su sobrino, en cambio Dios, no mandó un ejército, envió a
su Hijo, que no había hecho nada para
merecerlo “el cual, aunque existía en
forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse, sino
que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los
hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Un solo
hombre para rescatar a todos aquellos que crean en Él y le reconozcan como Dios
y creador de todo lo que existe y demuestren que creen pidiendo perdón por sus
pecados. Todos tenemos un destino que es la muerte eterna, pero solo coger la
mano de Jesús y arrepentirnos de todas nuestras ofensas pueden hacer que
tengamos vida eterna y seamos salvados de la condenación eterna, del infierno.
¡Qué afortunados somos de haber sido rescatados por Cristo! Pero si
nunca has pedido perdón a Dios, este es el momento para hacerlo, mañana quizá
sea demasiado tarde. Reconoce a Jesús como Dios, pídele perdón por todo lo malo que has hecho y serás rescatado de la esclavitud que el pecado nos produce.
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