Génesis 17 - Tú nombre será...

“Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham; porque yo te haré padre de multitud de naciones.”

Lo del nombre de las personas es algo realmente curioso. Cada país tiene sus normas en cuanto a los nombres que se pueden poner o no, y si esto puede parecer curioso, la elección de un nombre para un hijo lo es más aún. Algunos padres escogen el nombre simplemente porque les gusta como suena, otros por el significado que tiene el nombre y otros simplemente por moda, un ejemplo es que el final de los 90 uno de los nombres más populares en España era “Kevin Costner de Jesús”, supongo que todo es cuestión de gustos.

Los padres de Abram le pusieron un nombre, en aquella época si que importaba el significado del nombre, y por el nombre podíamos saber mucho del carácter y de la naturaleza de la persona. Dios le dijo a Abram: “Y no serás llamado más Abram; sino que tu nombre será Abraham, porque yo te haré padre de multitud de naciones.” Abraham pasó de llamarse El Padre es excelso a llamarse padre de multitudes. ¿Ocurre esto hoy en día? ¿Dios nos cambia de nombre cuando nos encontramos con Él? Sin ninguna duda sí. No se produce ningún cambio en nuestro registro civil, pero en el registro del reino de los cielos ya no somos llamados criaturas de Dios, ahora somos llamados Hijos de Dios. ¡Qué gran privilegio! Pero esto tiene algunos derechos y obligaciones.

1.    Derecho a vivir eternamente. Cuando creemos en Cristo y nacemos de nuevo (este es el mayor milagro) recibimos el derecho a vivir eternamente en la presencia de Dios, ya no moriremos, sino que la muerte física será el principio de la vida eterna. “El que cree en el Hijo tiene la vida eterna”.

2.    Derecho a ser coheredero con Cristo. Ser llamado Hijo de Dios nos permite ser parte de su heredad y recibir la herencia. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él”. ¡Reinaremos en la eternidad juntamente con Cristo! Encontrarnos con Dios, haber recibido un cambio de nombre, haber sido sus hijos, aunque adoptivos, nos permite recibir la misma herencia que el único Hijo de Dios, Jesucristo.

3.    Obligación a ser como el Padre. Conforme vamos creciendo, cada vez nos parecemos más y más a nuestros Padres, la genética  va haciendo su trabajo y cada vez somos más como aquellos que nos crearon. Cuando nacemos de nuevo un nuevo fragmento de ADN es incluido en nuestros genes y empezamos a parecernos más a nuestro nuevo Padre “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados”. Tenemos la obligación de imitar a Dios, imitar, su santidad, su perfección, su amor y su fidelidad, para que lleguemos a la perfección de ser como Cristo Jesús.

4.    Obligación a ser buenos embajadores. No hay mejor hijo que el que da buena imagen y tiene un comportamiento ejemplar, este hace que su padre quede en buen lugar. Esto es misión nuestra, ser buenos embajadores del reino de los cielos en esta tierra, “por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios! Esta es la misión que tenemos como embajadores decirle a los que nos rodean ¡Reconciliaos con Dios!

Nuestro cambio de nombre, conlleva algo más que un nombre distinto, conlleva un cambio de identidad, ninguno de nosotros si naciésemos de nuevo cometeríamos los mismos errores, igualmente, nacer de nuevo espiritualmente debe llevarnos a un cambio total en nuestras vidas, sabiendo que tendremos una recompensa cuando Cristo venga a buscarnos, pero antes cumpliendo las obligaciones que tenemos en nuestra vida. ¡Qué nuestro Padre nos ayude a ser buenos embajadores hoy allí donde estemos!


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