Genesis 4 - Criticas que mata


“El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó”

En el momento de escoger un hotel, un restaurante, una película o un libro tenemos a nuestro alcance muchísimas páginas web que nos ofrecen su crítica, su opinión, y más importante aún, no solamente la crítica de la propia página sino también la opinión de clientes y usuarios que han disfrutado de los servicios y pueden ofrecer su opinión, esto es una gran ayuda a la hora de tomar una decisión.

Al ser humano nos gusta leer críticas e incluso hacerlas, pero la cosa cambia cuando las críticas se centran en nosotros y vienen desde fuera. A nadie le gusta recibir malas críticas por sus actos o por sus palabras, lo que realmente marcará la diferencia será la reacción que la persona criticada tenga ante la critica recibida. Tanto Caín como Abel llevaron ante Dios ofrendas, pero una recibió la aprobación de Dios y la otra su reprimenda. “El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó”.

Analizando la situación, la diferencia entre las ofrendas no estaba en la actitud en que cada uno ofrecía lo suyo, sino que mientras que Caín ofrecía trabajo hecho con sus manos, Abel ofrecía derramamiento de sangre. La única ofrenda agradable a Dios es el derramamiento de sangre, la sangre de Cristo, la del inocente, mientras que Caín ofreció trabajo de sus manos, obras. Nunca debemos olvidar que el acceso a Dios no es por nuestro trabajo, es por la gracia derramada en la sangre de Cristo en la cruz.

Aunque la ofrenda de Caín fue rechazada en ningún momento él fue despreciado, pero no supo reaccionar bien ante la crítica, las palabras de Dios deberían haberle hecho cambiar. Pero en lugar de que la critica le llevase a derramar la sangre de un animal, erró y derramó la de su hermano. El fallo de Caín no estuvo en su ofrenda, estuvo en la reacción a su reprensión.

¡Qué importante es que sepamos aceptar las críticas de los demás! Jesús les dijo a sus discípulos “Bienaventurado los mansos”; el manso es aquel que vive sorprendido de que tanto Dios como los hombres piensen bien de él, y las críticas las analiza para mejorar y parecerse más a Cristo. El día de hoy es una buena oportunidad para ser manso, y las críticas que recibamos sean de personas o de Dios, nos sirvan para parecernos más a nuestro Padre.

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