“El Señor miró con agrado a Abel y su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no
miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó”
En el momento de escoger un hotel, un
restaurante, una película o un libro tenemos a nuestro alcance muchísimas
páginas web que nos ofrecen su crítica, su opinión, y más importante aún, no
solamente la crítica de la propia página sino también la opinión de clientes y
usuarios que han disfrutado de los servicios y pueden ofrecer su opinión, esto
es una gran ayuda a la hora de tomar una decisión.
Al ser humano nos gusta leer críticas e
incluso hacerlas, pero la cosa cambia cuando las críticas se centran en
nosotros y vienen desde fuera. A nadie le gusta recibir malas críticas por sus
actos o por sus palabras, lo que realmente marcará la diferencia será la
reacción que la persona criticada tenga ante la critica recibida. Tanto Caín
como Abel llevaron ante Dios ofrendas, pero una recibió la aprobación de Dios y
la otra su reprimenda. “El Señor miró
con agrado a Abel y su ofrenda, pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y
Caín se enojó mucho y su semblante se demudó”.
Analizando la situación, la diferencia
entre las ofrendas no estaba en la actitud en que cada uno ofrecía lo suyo,
sino que mientras que Caín ofrecía trabajo hecho con sus manos, Abel ofrecía
derramamiento de sangre. La única ofrenda agradable a Dios es el derramamiento
de sangre, la sangre de Cristo, la del inocente, mientras que Caín ofreció
trabajo de sus manos, obras. Nunca debemos olvidar que el acceso a Dios no es
por nuestro trabajo, es por la gracia derramada en la sangre de Cristo en la
cruz.
Aunque la ofrenda de Caín fue rechazada en
ningún momento él fue despreciado, pero no supo reaccionar bien ante la
crítica, las palabras de Dios deberían haberle hecho cambiar. Pero en lugar de
que la critica le llevase a derramar la sangre de un animal, erró y derramó la
de su hermano. El fallo de Caín no estuvo en su ofrenda, estuvo en la reacción
a su reprensión.
¡Qué importante es que sepamos aceptar las
críticas de los demás! Jesús les dijo a sus discípulos “Bienaventurado los mansos”; el manso es aquel que vive sorprendido
de que tanto Dios como los hombres piensen bien de él, y las críticas las
analiza para mejorar y parecerse más a Cristo. El día de hoy es una buena
oportunidad para ser manso, y las críticas que recibamos sean de personas o de
Dios, nos sirvan para parecernos más a nuestro Padre.
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