“Y se acordó Dios de Noé y de todas las bestias y de todo el ganado que
estaban con él en el arca; y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y
decrecieron las aguas… …y al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían
decrecido.”
Creo que la memoria es de esas cosas que
más fácilmente nos falla, cada día recibimos información, datos, detalles y
nuestra memoria es imposible que lo recuerde todo. Hacemos planes, programamos
reuniones, tenemos recados que hacer y que fácilmente se nos pueden olvidar.
Por suerte, hoy en día tenemos agendas, notas que se pegan en la nevera,
alarmas, móviles con recordatorios y mil inventos más que nos ayudan a mejorar
nuestra memoria.
Noé debió pensar en el arca que a Dios le
había fallado la memoria, pero "Y se
acordó Dios de Noé y de todas las bestias y de todo el ganado que estaban con
él en el arca; y Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y decrecieron las
aguas… …y al cabo de ciento cincuenta días, las aguas habían decrecido.” ¡Qué
diferente es Dios de nosotros!
Dios había hecho justicia y había
castigado a todos aquellos que le habían dado la espalda y le ofendían con sus
actos. Debían ser destruidos, Dios no podía convivir con el pecado que tan rápido
y de una manera tan grande había aparecido en la tierra, la única solución era
destruir a todos los transgresores. Pero aún en este panorama vemos la
misericordia de Dios actuando eficazmente y escogiendo a Noé, a su mujer y a
sus hijos con sus propias mujeres.
Estas 8 personas estuvieron 150 días, 5 meses
enteros, dentro de un arca. Es difícil convivir con una sola persona y que no
hayan conflictos, ¡Cuánto más 8 personas conviviendo durante 5 meses! Seguro
que se produjeron conflictos, que hubieron discusiones. Debió ser un tiempo difícil,
y al ver que no cesaba la lluvia, no sería extraño que a Noé le pareciese que
Dios no se acordaba de ellos. Al fin y al cabo, toda esta situación no tenía
nada que ver con ellos, Dios podría haber hecho simplemente que todos murieran,
pero en cambio, el pecado y la maldad de los demás, el castigo, salpicó a Noé y
su familia.
Pero Dios no se olvidó, sino que al
acordarse de él envió un viento que hizo que las aguas descendieran. Quizá tú te puedas sentir como Noé, en un diluvio del cual no eres responsable, de
problemas que han llegado a ti y que no parecen tener solución, que Dios se ha
olvidado de ti en el arca, pero Noé tuvo que pasar 150 días antes de que Dios
mandara un viento que resolviese el problema. Tu diluvio puede ser de muchas
maneras, la enfermedad de un familiar, un infidelidad en tu matrimonio, la
separación de tus padres, la muerte de un ser querido, y mil diluvios más que
puede llevarte a pensar que Dios se ha olvidado de ti. “Porque su ira es sólo por un momento, pero su favor es por toda una
vida; el llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de
alegría”. Para Noé la noche duró 150 días pero llegó la mañana con el
viento y la alegría de que Dios le estaba rescatando. Da igual lo larga que sea
la noche, Dios sigue acordándose de nosotros y su misericordia es nueva cada
día, y tenemos esta esperanza, que Dios mandará su viento y secará las aguas
que ahora tenemos a nuestro alrededor.
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