"Y
Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a Isaac, y ve a la
tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo
te diré."
El valor de las cosas en esta vida es muy
relativo, lo que para mi puede ser muy valioso, para otra persona puede carecer
de valor, o aquello por lo que siento un cariño especial para otra persona
puede simplemente producir indiferencia. Cada uno tenemos la mira y el amor en
diferentes cosas. Los hay que vuelcan todo su deseo sobre el dinero, otros
sobre las propiedades, otros sobre la fama o la popularidad, otros sobre su
familia, otros sobre su trabajo, otros sobre ellos mismos, otros sobre la iglesia
y así podríamos hacer una lista inmensa. Esto en realidad se llama idolatría.
Abraham estoy convencido que tenía algo que amaba
por encima de todo, seguramente por encima de su propia vida, aquello que le
había sido prometido, su único hijo. Dios quiere probar a Abraham, quiere
probar en que escalón de la vida de Abraham está. "Y Dios dijo: Toma ahora a tu hijo, tu único, a quien amas, a
Isaac, y ve a la tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de
los montes que yo te diré". En otras palabras: “Abraham dame lo que tú más quieres.”
¿Qué sería lo que tú más quieres? ¿Si Dios
quisiera pedirte que ofrecieras holocausto con algo que sería lo que te
pediría? Quizá podría pedirte tu familia, o tu trabajo, o tu dinero, o tu casa,
o tu tiempo, o tu propia vida. ¿Qué es lo número uno en tus propiedades? Dios
mismo dijo: “Porque yo, el Señor tu Dios,
soy Dios celoso”. A Dios no le va mucho lo de compartir lo que es suyo, lo
que le pertenece, a su esposa. Dios no le gusta que los suyos anden con otros
dioses.
Hay una pregunta clave en estos momentos: ¿Quieres
servir a Dios? La respuesta es bien sencilla, sacrifica lo que más quieres. “Si alguno quiere venir en pos de mi,
niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.” No hay soluciones mágicas, no
existe facilidad para seguir a Cristo. A Él le costó muy caro que nosotros fuésemos
justificados. Se cuenta que en cierta ocasión un miembro de una iglesia le dijo
a un gran siervo de Dios: “Daría mi vida por tener lo que tú tienes” a lo que
este siervo de Dios le dijo: “Eso es lo que yo he dado, mi vida”. La pregunta
ahora es: ¿Qué amas tanto que estarías dispuesto a darlo en holocausto para
servir a Dios?
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