Génesis 26 - Con la verdad por delante

"Entonces Abimelec llamó a Isaac, y le dijo: He aquí ciertamente ella es tu mujer. ¿Cómo, pues, dijiste: “Es mi hermana”? E Isaac le respondió: Porque me dije: “No sea que yo muera por causa de ella.”

Escuche hace tiempo la historia real de un joven que había vivido una vida bastante desordenada y delictiva, su vida cambió cuando conoció a Jesús, se convirtió en una persona totalmente diferente, cambio su manera de vivir, formó una familia y se convirtió en una persona normal. Al cabo de algunos años fue llamado a juicio a causa de unos delitos que había cometido, su abogado le dijo y le aconsejó que si se declaraba inocente no existían pruebas que le incriminaran. Al comparecer ante el juez y recibir la pregunta de si se declaraba culpable o inocente, su respuesta fue: CULPABLE. Argumentó su decisión, que él no podía mentir y hacer que Dios se entristeciera aunque eso supusiese pasar un tiempo en la cárcel.

Que ejemplo para cada uno de nosotros este joven. Isaac le pasó algo parecido en esencia, habló con su mujer y acordaron que se haría pasar por su hermana para que no le mataran.  "Entonces Abimelec llamó a Isaac, y le dijo: He aquí ciertamente ella es tu mujer. ¿Cómo, pues, dijiste: “Es mi hermana”? E Isaac le respondió: Porque me dije: “No sea que yo muera por causa de ella.” Hasta cierto punto podríamos entender la decisión de Isaac, pero esto en realidad no le trajo más que problemas.

Las mentiras son de esas cosas que son tan pequeñitas, que pueden convivir con nosotros tan fácilmente que son fácil llevarlas de compañeras. Hay mucho tipo de mentiras, cuando exageramos algo estamos mintiendo, cuando callamos y no admitimos lo que sabemos también mentimos, cuando decimos una media verdad, en realidad decimos dos mentiras. Las mentiras piadosas, siguen siendo mentiras, no podemos escudarnos en ellas. Lo peor de las mentiras, es que tarde o temprano salen a la luz. Dice el refrán que se pilla antes a un mentiroso que a un cojo, y es raro que al final, cuando mentimos no seamos cazados, tal y como le pasó a Isaac.


Creo que tenemos un reto importante por delante, una tarea difícil, decir la verdad sea cual sea la situación, aunque nos perjudique. No debemos olvidar que representamos al Dios verdadero, al que no miente, y como discípulos de Jesús tenemos que ser como nuestro maestro, debemos hablar verdad. Hoy es un buen día para reconocer aquellas cosas en que hemos mentido y pedir perdón tanto a Dios como a las personas a quienes hemos mentido, y pidamos a Dios: “Señor, dame el valor para no ocultarme tras las heridas y ser consecuente de mis actos incluso cuando me perjudiquen.”

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