Génesis 36 - Encontrando a Dios en lugares habituales

"Este Aná es el que descubrió manantiales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre"

Todos hemos estado alguna vez en la situación de encontrarnos a alguien que no esperábamos encontrarnos pero que estábamos pensando en él. Este fenómeno ha sido estudiado y el resultado ha sido claro, durante el día pensamos en muchas personas, y es muchísimo mayor las veces que no nos encontramos con ellas que las que sí, únicamente nuestro cerebro registra aquellas en que nos acordamos. Pero aún con esto es una alegría encontrarnos con aquellos a quienes echamos de menos.

A veces las situaciones más cotidianas pueden traernos momentos sorprendentes. Algo así le pasó a Aná, "este Aná es el que descubrió manantiales en el desierto, cuando apacentaba los asnos de Zibeón su padre." ¡Que grata sorpresa! Salir a trabajar y encontrarte un gran tesoro, todos firmaríamos encontrarnos un billete de 100€ yendo a trabajar, lo que ese Aná se encontró es mejor aún, agua en el desierto, nada es más necesario en un lugar de condiciones tan duras.

La verdad es que a veces en cuanto a Dios somos demasiado místicos, esperamos experiencias y sensaciones fuera de lo normal, convertimos a Dios en alguien lejano en vez de alguien cercano. Me encanta igual que el caso de este desconocido Aná, el caso de Moisés "Y Moisés apacentaba el rebaño de Jetro su suegro, sacerdote de Madián; y condujo el rebaño hacia el lado occidental[a] del desierto, y llegó a Horeb, el monte de Dios.  Y se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía." Moisés estaba en un momento habitual de su vida, nuevamente trabajando y ahí se encontró con Dios. No fue muy distinto el caso de Pablo o cualquiera de los discípulos. Dios es un Dios natural que se encuentra con sus hijos en lugares normales.


Quizá pienses que hoy será un día más, una nueva rutina, pero ¡estate atento! Quizá sea hoy el día en que encuentres un manantial en medio de tu desierto, el día en que una zarza arda y recibas algo especial de Dios, o que simplemente allí donde estés Dios tenga la misericordia como con los discípulos y Jesús te diga: Sígueme. ¡Hoy puede ser un gran día, vive expectante a la sorpresa de tu Padre!

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