"Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba
en ello… …Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos,
conspiraron contra él para matarle."
Las personas ya desde un primer
momento, desde que conocemos a otras personas creamos una imagen y hacemos
juicios sobre su carácter, su forma de ser y decidimos si por cómo es nos caerá
o no bien, si tendremos amistad o lo rechazaremos o si simplemente le abriremos
la puerta a nuestro circulo de acción o lo dejaremos de lado. Esto se
incrementa conforme conocemos a la persona, poco a poco vamos viendo sus
defectos, sus virtudes y en el caso de que sea alguien que no entre en nuestro
círculo, si la persona tiene éxito probablemente produzca en nosotros envidias,
incomodidad e incluso deseo de fracaso.
Algo así es lo que pasó con José.
Su Padre Israel lo amaba más que a sus hermanos, era algo que se podía notar
únicamente observando, la túnica de colores, favoritismos. José no ocupaba un
lugar de privilegio en el círculo de los hermanos. A todo esto Dios le da un
sueño en el cual al José contarlo expresa que tanto sus hermanos como sus
padres se postrarían ante él y le servirían, ante esto hubo una reacción "Y sus hermanos le tenían envidia, mas
su padre meditaba en ello… …Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara
cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle." Ante un mismo
hecho mientras que vivieron vemos la diferencia entre Israel, el cual se quedó
meditando, y sus hermanos, quienes la envidia les dominó hasta el punto de
querer matar a José.
Esta situación no es tan diferente
hoy en día, vivimos tiempos difíciles, una época en que pocos hay que realmente
busquen a Dios, que estén avivados, y cuando aparecen personas así suelen
producir las reacciones que hemos visto antes.
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Envidia: La envidia aparece con facilidad
cuando alguien intenta seguir a Dios de una manera viva, de una manera real,
produce recelos, el exceso de santidad en las personas que no la tienen no es
agradable, produce en ellos rechazo, no por la persona en sí, sino porque la
comunión con Dios en una persona es un espejo para los demás. Cuando una
persona vive en santidad, está avivada muestra los defectos de los que le
rodean y que no están en esta situación. Si ante este espejo surge la envidia,
acaba rompiendo la relación. Alguien que esta frío o que esta tibio no se
sentirá cómodo con alguien que arde y que le muestra su pecado y defectos.
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Meditar: En un primer instante la reacción de
Israel no fue diferente a la de sus hijos, pero después meditó en cada palabra
dicha, en cada acto. La verdadera madurez cristiana es la de “examinadlo todo y retened lo bueno”. Es
la que cuando ve a una persona arde con el Espíritu no se aleja sino que se
acerca, no le molesta ver sus imperfecciones, sino que las observa, medita y
busca el cambio. Meditar significa examinarse a la luz de la Biblia, significa
acercarse a Dios restaurando la relación rota.
No es difícil encontrar personas
que sienten envidia por otras, las iglesias están llenas de gente amargada
porque se comparan con los demás y creen que ellos son mejores, llenos de
envidia de los dones que Dios da a otros, personas que en lugar de que las
bendiciones de Dios en otros les motiven para buscar la santidad, lo que hacen es
retraerse y enfadarse. Si eres de los que está ardiendo, usa ese fuego para
incendiar a los demás, pero, si por el contrario eres de los que sientes
envidia cuando te ves comparado con otros, utiliza esta situación para volver a
ponerte a tono. Medita y no envidies, no te separes, busca la santidad que
encuentras en otras personas, porque de esta manera te pondrás en forma
espiritualmente.
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