Génesis 40 - Los invisibles


"Mas el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él.”

Es curiosos como con el paso de los años, conforme vamos creciendo en Facebook se han ido creando grupos de reencuentros de estudiantes, si has formado parte de alguno de estos grupos podrás ver que hay 3 tipo de personas, aunque probablemente solo recuerdes a dos. Los primeros que vienen a la mente son los gamberros, los que se sentaban en última fila, estos son los que la liaban en clase, los que sacaban las peores notas, los que pasaban más tiempo castigados en el pasillo o en el despacho del director que en clase, todos recordamos a estos. El segundo tipo de personas son los empollones, estos se sentaban en la primera fila y su media no bajaba del nueve, todo lo sabían, nada más que sacaban buenas notas, cuando sacaban un 8 en un examen era un desastre y acababan llorando. Y el tercer tipo de personas son los que por norma se sentaban por el medio, sus notas no destacaban ni tenían un mal comportamiento, pasaban desapercibidos, en realidad tan desapercibidos que en conversaciones entre antiguos alumnos suele sonar “¡Ah si! Antonio, aquel que se sentaba en la tercera fila y aquella vez le quitamos el desayuno! Estos se les conoce como los invisibles.

José no había nacido para ser un invisible, pero en la carrera de su vida tenía que pasar por invisible. Él había sido el más popular de sus hermanos, el más amado de su padre, el que Dios pondría por encima de toda su familia. Aún cuando le vendieron era el popular en la casa de Potifar, aunque algo salió mal; pero aún en la cárcel siguió siendo popular, halló gracia ante el jefe de la cárcel y tuvo la oportunidad de interpretar un sueño a dos de los siervos de faraón, entonces José se volvió en un invisible. "Mas el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que se olvidó de él." José ya no era popular, había caído en el olvido.

Todo esto de ser popular no solo sucede en los colegios, sucede en el trabajo, en los grupos de amigos y por supuesto en las iglesias, tanto a nivel espiritual, en el que los lideres son aquellos que son vistos, otros no hacen nada, y los invisibles trabajan a la sombra y muchas veces solo reciben palos aún cuando son los que más trabajan; y también a nivel de relaciones, hay ciertas personas que son conocidos por “santurrones” otros por “carnales” y después los invisibles, los cuales parece que prácticamente no cuentan.

No he conocido ningún equipo de fútbol que funcione sin un pivote defensivo que haga el trabajo sucio, la quinta sinfonía de Bethoven no sonaría nunca bien si no hubiese un segundo o tercer violín, Moisés no habría llegado a Faraón sin Aarón, siempre ha habido personas invisibles, Dios habla de ellos, los invisibles son aquellos a los que cumplen las palabras de Jesús “Pero tú, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre  que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.” Los invisibles de la iglesia son aquellos que limpian y nadie les ve, los que ordenan los bancos, los que preparan la santa cena, son aquellos que siempre están diez minutos antes de cada reunión, son los que pasan tiempo a solas de rodillas y sostienen a la iglesia con sus oraciones, son las personas de perfil bajo pero con una relación con Dios genuina, son las rodillas que tantas veces aguantan el peso de la iglesia, son el motivo del éxito de los que ministran gracias a sus oraciones.


Quizá te sientas un invisible, alguien poco valorado, alguien que trabaja en secreto, quizá incluso los hombres no te recuerden, pero Dios que lo ve todo se agrada en aquellos que hacen su voluntad, para Dios no hay invisibles, y aunque es cierto que la motivación de hacer las cosas no es más que glorificar a Dios, el invisible es fiel a Dios y Dios verdaderamente lo recompensará.

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