"Y Faraón dijo a José: Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto,
no hay nadie tan prudente ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y todo mi
pueblo obedecerá tus órdenes; solamente en el trono yo seré mayor que tú.”
No hay nada más placentero sentir que después de
mucho tiempo de problemas, de situaciones difíciles, de injusticias. Todos nos
hemos sentido así, que estábamos en una tormenta que parecía no tener fin, pero
al final de la tormenta siempre llega la calma, no hay noche suficientemente
larga, siempre acaba saliendo el sol. ¡Qué sería de la tierra sin lluvia!
José sabía lo que era estar en una tormenta,
vendido y desechado por sus hermanos, acusado injustamente de intento de
violación, olvidado en la cárcel, pero su tormenta tenía un final, el sol iba a
aparecer. "Y Faraón dijo a José:
Puesto que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan prudente ni sabio
como tú. Tú estarás sobre mi casa, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes;
solamente en el trono yo seré mayor que tú." ¡Qué restitución! De
estar encarcelado a ser el segundo gobernador del pueblo más grande e
importante del momento, Egipto. La recompensa a su perseverancia llegó a lo
grande.
Cuando conduces por una carretera
larga y sin ninguna luz más que las del propio coche pueden parecer que la
carretera nunca acabará, que la oscuridad permanecerá para siempre, pero
siempre hay un rayo de luz, los primeros rayos del alba, las primeras farolas,
darán luz en medio de esa oscuridad. Quizá te sientas como José abandonado,
pero llegará el momento en que el amoroso Dios “rescatará de la fosa tu vida” y “junto con la prueba dará
también la salida.” “No se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” ni
tampoco a su iglesia, “aunque andemos en
valle de sombra y de muerte no temeremos mal alguno” Dios está con
nosotros.
¡Confía en Dios! “Su misericordia es nueva cada día” Toma
las promesas que ha dejado escritas en la Biblia, memorízalas, créelas y recuérdalas
en el momento de la angustia. “El que
empezó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Donde
siempre hay sol acaba convirtiéndose en un desierto, así que “dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”. Si estás en la tormenta aférrate
a Cristo, él te sostendrá y te restaurará, y al final de la tormenta llegará el
sol, el sol de su misericordia la cual te sacará del pozo.
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