Génesis 44 - Aprendiendo de los errores

"Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín… …Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.”

Cualquier persona que conozcamos seguro que podría explicarnos algún error que ha cometido y que gracias a eso ha aprendido una lección y que nunca volverá a caer en la misma piedra. Aunque seamos sinceros, ¿Cuántas veces no hemos dicho eso y hemos vuelto a caer? No hay refrán más cierto que el de el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. ¡Qué torpes y cabezones somos! Pero también debemos reconocer que en nuestra vida, nuestros errores nos han servido para aprender y crecer.

José recordaba su pasado, recordaba cómo sus hermanos le vendieron, únicamente por ser el hijo menor y preferido y utilizó a Benjamín para hacer una prueba para ver si ellos habían cambiado realmente. "Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín… …Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada la copa.” Y así fue, Judá era un hombre distinto, que aun sin ser culpable se hizo culpable, que acató la situación, no abandonó a su hermano menor en medio de esta difícil situación, sino que intentó ocupar su lugar. Había aprendido de su error, vender a José había estado mal y probablemente esto fue algo con lo que cargó toda su vida y que puso remedio, se produjo un cambio.

Al igual que los hermanos de José todos nosotros cometemos errores, fallamos, hacemos cosas mal, nos equivocamos y que importante es aprender de estas situaciones. “Cuando lo vi, reflexioné sobre ello; miré, y recibí instrucción.” Creo que este texto refleja lo que deberíamos hacer ante nuestros errores, mirarlos, reflexionar, y que nos sirvan de instrucción, que nos muestren el camino.


David fue un ejemplo de aprender de los errores, falló muchas veces, cuando decidió transportar el arca con bueyes, cuando adulteró con Betsabé, cuando mató al marido de esta, cuando hizo un censo el cual Dios le había dicho que no hiciese, y podríamos añadir unas cuantas más, y aún así era “conforme al corazón de Dios”. Había aprendido de sus errores y clamó a Dios “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad, y límpiame de mi pecado.” Estas son palabras de alguien que ha aprendido de sus errores, de alguien que se ha dado cuenta de lo que ha hecho mal. Y nuestra oración hoy debiera ser “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Pide a Dios que te ayude a no tropezar dos veces en la misma piedra, y si te caes levántate y ruega a Dios que cree en ti un corazón que le ame y que aprenda de los errores.

Comentarios