"Y buscó; desde el mayor comenzó, y acabó en el menor; y la copa fue
hallada en el costal de Benjamín… …Entonces dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor?
¿Qué hablaremos, o con qué nos justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus
siervos; he aquí, nosotros somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel
en cuyo poder fue hallada la copa.”
Cualquier persona que conozcamos seguro que
podría explicarnos algún error que ha cometido y que gracias a eso ha aprendido
una lección y que nunca volverá a caer en la misma piedra. Aunque seamos
sinceros, ¿Cuántas veces no hemos dicho eso y hemos vuelto a caer? No hay
refrán más cierto que el de el hombre es el único animal que tropieza dos veces
con la misma piedra. ¡Qué torpes y cabezones somos! Pero también debemos
reconocer que en nuestra vida, nuestros errores nos han servido para aprender y
crecer.
José recordaba su pasado, recordaba cómo sus
hermanos le vendieron, únicamente por ser el hijo menor y preferido y utilizó a
Benjamín para hacer una prueba para ver si ellos habían cambiado realmente. "Y buscó; desde el mayor comenzó, y
acabó en el menor; y la copa fue hallada en el costal de Benjamín… …Entonces
dijo Judá: ¿Qué diremos a mi señor? ¿Qué hablaremos, o con qué nos
justificaremos? Dios ha hallado la maldad de tus siervos; he aquí, nosotros
somos siervos de mi señor, nosotros, y también aquel en cuyo poder fue hallada
la copa.” Y así fue, Judá era un hombre distinto, que aun sin ser culpable
se hizo culpable, que acató la situación, no abandonó a su hermano menor en
medio de esta difícil situación, sino que intentó ocupar su lugar. Había
aprendido de su error, vender a José había estado mal y probablemente esto fue
algo con lo que cargó toda su vida y que puso remedio, se produjo un cambio.
Al igual que los hermanos de José todos nosotros
cometemos errores, fallamos, hacemos cosas mal, nos equivocamos y que
importante es aprender de estas situaciones. “Cuando lo vi, reflexioné sobre ello; miré, y recibí instrucción.” Creo
que este texto refleja lo que deberíamos hacer ante nuestros errores, mirarlos,
reflexionar, y que nos sirvan de instrucción, que nos muestren el camino.
David fue un ejemplo de aprender de los errores,
falló muchas veces, cuando decidió transportar el arca con bueyes, cuando
adulteró con Betsabé, cuando mató al marido de esta, cuando hizo un censo el
cual Dios le había dicho que no hiciese, y podríamos añadir unas cuantas más, y
aún así era “conforme al corazón de Dios”.
Había aprendido de sus errores y clamó a Dios “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a lo
inmenso de tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi
maldad, y límpiame de mi pecado.” Estas son palabras de alguien que ha
aprendido de sus errores, de alguien que se ha dado cuenta de lo que ha hecho
mal. Y nuestra oración hoy debiera ser “Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”. Pide
a Dios que te ayude a no tropezar dos veces en la misma piedra, y si te caes levántate
y ruega a Dios que cree en ti un corazón que le ame y que aprenda de los
errores.
Comentarios
Publicar un comentario