"Ahora pues, no fuisteis
vosotros los que me enviasteis aquí sino Dios.”
El ser
humano, desde el principio, desde que Adán y Eva pecaron ha querido gobernarse,
labrarse su futuro, tomar sus decisiones, tener su propio libre albedrío. Esto
es bonito e ideal como teoría, pero desde la entrada del pecado el hombre
perdió toda oportunidad de hacer el bien, de gobernar correctamente por sus
propias fuerzas. Basta que haya una prohibición para que se empiece a formar en
el interior de la persona una necesidad imperiosa de romper la norma, de
desobedecer. Por mucho que queramos, por más esfuerzo que pongamos siempre
tenderemos hacia el mal, el hombre ha perdido su original poder de decisión y
su naturaleza pecaminosa determina su respuesta ante cualquier situación,
siempre ir en contra de Dios, siempre hacer el mal. El hombre no puede
autogobernarse, creemos que si, nos gusta decirnos que es así, pero nada más lejos
de la realidad.
José entendió
que sus hermanos hicieron mal contra él,
pero paradójicamente, con el paso de los años se dio cuenta que por encima de
las decisiones humanas, por encima del hombre y de la mujer hay algo superior,
que no somos el centro del mundo y hay alguien que gobierna y mueve la voluntad
de las personas según su voluntad, ese es Dios. José podría haber estado
enfadado con sus hermanos, en cambio en su reencuentro los consuela "Ahora pues, no fuisteis vosotros los
que me enviasteis aquí, sino Dios.” José entendió que por encima del odio
que sus hermanos le tuvieron, que por encima de haber sido vendido, que no
importaba haber sido encarcelado injustamente y haber sido olvidado, Dios había
tenido un plan que era llevarle a donde él estaba. Dios tuvo un plan con José
¿lo tiene también contigo?
La
respuesta es clara y sencilla SÍ. Dios tiene un plan contigo, el problema no
esta en Dios, esta en nuestra percepción de las cosas, dice el refranero
español, la belleza esta en los ojos del que mira, y de igual manera la vida se
ve de una manera u otra según como la planteemos. Hoy en día el hombre es el
centro del universo, e incluso Dios gira a su alrededor, pero demos la vuelta a
la tortilla, Dios como el centro de todo lo que existe y el ser humano un
simple complemento, la cosa cambia. Dios no existe para complacer al hombre, el
hombre existe para complacer a Dios. Esto nos lleva a vivir una vida diferente,
a decir como Job “desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito
sea el nombre del Señor”. ¡Esto es reconocer a Dios como el centro de todo!
Dios es
soberano, hace lo que lo que quiere, cuando quiere, como quiere y cuando
quiere, no somos nadie para recriminarle nada a Dios “¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste
así?” No se le puede protestar a Dios, Dios tiene el control de nuestras
vidas, nada ocurre porque sí, todo es parte del plan perfecto y de la voluntad
perfecta de Dios Padre, ¿estás pasando malos momentos? “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré
descansar”. ¿Estás contento? “Cante
alabanzas”. ¿Estás enfermo? “Él es
que sana todas tus enfermedades”. ¿Estás tambaleándote? “En Dios descansan mi salvación y mi
gloria; la roca de mi fortaleza, mi refugio está en Dios.” Y sobretodo confía
en el Dios soberano que hará que todo vaya según su voluntad.
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