Marcos 2:18-22 - ¿Tienes hambre?


"Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan? Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán aquel día."

Comer es una necesidad y por encima de eso, también es un placer. Hay personas que no disfrutan comiendo, pero en cambio para otras es un verdadero disfrute, saborean cada bocado, se dejan llevar por los sabores que lo que comen les transmite. Pocas cosas hay más gratificantes que cocinar y ver que los comensales disfrutan con la comida que tienen delante. En cambio los que no les gusta comer cada bocado es un abismo al que enfrentar, cada trozo de comida, un suplicio hasta que se acaba. Pero gustando o no, comer sigue siendo una necesidad, algo que el cuerpo solicita para sobrevivir. Da igual que seas de los que disfrutan comiendo o de los que no les gusta comer, la realidad es que todos lo necesitamos.

Y como la comida es una necesidad, pasar un día sin comer se convierte en un verdadero suplicio, la barriga hace sus ruidos, el estomago empieza a doler como una llamada al alimento, todo el cuerpo parece desfallecer, ¡que difícil es ayunar! En el tiempo de Jesús el ayuno era algo habitual, los judíos solían ayunar dos días a la semana. Esto era casi una ley que cumplir, y al ver que aquellos que seguían a Jesús no lo hacían se crea una disputa: "Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan? Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán aquel día." ¡Qué respuesta más apropiada! Simplemente no era el momento para que los amigos del novio ayunasen.
Pero el novio se fue, el novio fue quitado y ahora sí, toca ayunar, veamos algunas consideraciones que nos pueden motivar a ayunar:

-       El ayuno ayuda al arrepentimiento: Nunca el ayuno debe ser como una norma a cumplir, pero el dejar de alimentarnos nos ayuda al autoexamen y nos lleva al arrepentimiento. “Y se reunieron en Mizpa, y sacaron agua y la derramaron delante del Señor, ayunaron aquel día y dijeron allí: Hemos pecado contra el Señor. Y Samuel juzgó a los hijos de Israel en Mizpa”.

-       El ayuno muestra sumisión: Cuando ayunamos nos sometemos a Dios y demostramos que dependemos de Él, a la hora de pedir algo concreto y ayunar le estamos diciendo a Dios que sabemos que solamente Él puede hacer el milagro “Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto, y Él escuchó nuestra súplica”.

-      El ayuno nos acerca a Dios: Claramente dejar de alimentarnos hace que tengamos que buscar algo que nos llene y nada mejor que Dios y nos hace propensos a escuchar su voz. “Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado.”

-      El ayuno nos da poder: El ayuno es un momento ideal para ser envestidos de poder del cielo, nos aumenta la fe y nos llenamos del Espíritu Santo. “Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno”.

El ayuno debiera ser algo primordial en la vida del verdadero hijo de Dios, algo dentro de nuestra agenda, no como una rutina obligatoria, sino como algo que sale del corazón, una necesidad. Hoy en día nos alimentamos de muchas cosas, no es necesario únicamente hacer ayuno de comida, también de cosas como televisión, whatsapp, móviles, videojuegos, redes sociales o cualquier otra cosa de la que  alimentamos a nuestra alma. Ojala a la pregunta ¿tienes hambre? Podamos contestar que sí por el ayuno que hemos hecho.


AP

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