"Los discípulos
de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué
ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos
no ayunan? Y Jesús les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio
mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden
ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán
aquel día."
Comer es una necesidad y por encima de eso, también
es un placer. Hay personas que no disfrutan comiendo, pero en cambio para otras
es un verdadero disfrute, saborean cada bocado, se dejan llevar por los sabores
que lo que comen les transmite. Pocas cosas hay más gratificantes que cocinar y
ver que los comensales disfrutan con la comida que tienen delante. En cambio
los que no les gusta comer cada bocado es un abismo al que enfrentar, cada
trozo de comida, un suplicio hasta que se acaba. Pero gustando o no, comer
sigue siendo una necesidad, algo que el cuerpo solicita para sobrevivir. Da
igual que seas de los que disfrutan comiendo o de los que no les gusta comer,
la realidad es que todos lo necesitamos.
Y como la comida es una
necesidad, pasar un día sin comer se convierte en un verdadero suplicio, la
barriga hace sus ruidos, el estomago empieza a doler como una llamada al
alimento, todo el cuerpo parece desfallecer, ¡que difícil es ayunar! En el
tiempo de Jesús el ayuno era algo habitual, los judíos solían ayunar dos días a
la semana. Esto era casi
una ley que cumplir, y al ver que aquellos que seguían a Jesús no lo hacían se
crea una disputa: "Los discípulos de Juan y los fariseos
estaban ayunando; y vinieron y le dijeron: ¿Por qué ayunan los discípulos de
Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan? Y Jesús
les dijo: ¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está
con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán
días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán aquel día." ¡Qué respuesta
más apropiada! Simplemente no era el momento para que los amigos del novio
ayunasen.
Pero el novio se fue, el novio fue quitado y ahora
sí, toca ayunar, veamos algunas consideraciones que nos pueden motivar a
ayunar:
-
El ayuno ayuda al
arrepentimiento: Nunca el ayuno debe ser como una norma a cumplir,
pero el dejar de alimentarnos nos ayuda al autoexamen y nos lleva al
arrepentimiento. “Y se reunieron en
Mizpa, y sacaron agua y la derramaron delante del Señor, ayunaron aquel día y
dijeron allí: Hemos pecado contra el Señor. Y Samuel juzgó a los hijos de
Israel en Mizpa”.
-
El ayuno muestra sumisión: Cuando
ayunamos nos sometemos a Dios y demostramos que dependemos de Él, a la hora de
pedir algo concreto y ayunar le estamos diciendo a Dios que sabemos que
solamente Él puede hacer el milagro “Ayunamos,
pues, y pedimos a nuestro Dios acerca de esto, y Él escuchó nuestra súplica”.
- El ayuno nos acerca
a Dios: Claramente dejar de alimentarnos hace que tengamos
que buscar algo que nos llene y nada mejor que Dios y nos hace propensos a
escuchar su voz. “Mientras ministraban
al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para
la obra a la que los he llamado.”
- El ayuno nos da
poder: El ayuno es un momento ideal para ser envestidos
de poder del cielo, nos aumenta la fe y nos llenamos del Espíritu Santo. “Pero esta clase no sale sino con oración y
ayuno”.
El ayuno debiera ser algo primordial en la vida del
verdadero hijo de Dios, algo dentro de nuestra agenda, no como una rutina
obligatoria, sino como algo que sale del corazón, una necesidad. Hoy en día nos
alimentamos de muchas cosas, no es necesario únicamente hacer ayuno de comida, también
de cosas como televisión, whatsapp, móviles, videojuegos, redes sociales o cualquier
otra cosa de la que alimentamos a nuestra
alma. Ojala a la pregunta ¿tienes hambre? Podamos contestar que sí por el ayuno
que hemos hecho.
AP
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