La familia es algo que viene de serie, no podemos
escoger a nuestros padres, a nuestros hermanos ni a nuestros hijos. Los abuelos
y los tíos nos los encontramos al nacer sin haber decidido a quienes queremos.
Esto podría parecer injusto, ¿Por qué tenemos que tener familiares a quienes no
queremos? Sería mucho más sencillo poder hacer a nuestros padres, hermanos,
hijos, tíos, abuelos, primos, tal y como nosotros los preferimos. Pero aunque
no podamos escoger, sí que hay algo que nos relaciona, algo que el refranero
popular lo expresa a la perfección, es el ADN. Nuestra cadena genética hace que
aunque no nos guste nuestra familia compartamos gestos, formas, expresiones, carácter,
etc. No es extraño que con el paso de los años aquellos gestos, expresiones y
maneras que tanto odiábamos de nuestros padres o abuelos los reproduzcamos sin
darnos cuenta, que nuestro carácter también cada vez se parezca más a ellos.
Esto es obra del ADN el cual en nuestra gestación es insertado en nuestra
persona y hace que compartamos tantas cosas.
Jesús tenía claro cual era su misión, había
llegado al mundo de una forma sobrenatural, fue 100% humano y 100% divino, en
él encontramos todo le referente al ser humano, en su ADN había sido insertado
el cansancio, sufrimiento, emociones; pero también tenía ADN divino, poder,
santidad, amor incondicional, etc. Estand Jesús hablando a una multitud sus hermanos
y su madre le buscaban, al recibir el aviso Jesús responde "Porque cualquiera que hace la voluntad
de Dios, ése es mi hermano, hermana y madre." Jesús no hablaba de
ADN humano, estaba refiriéndose a ADN del cielo.
¿Tienes una familia espiritual? No me refiero a
aquellos que llamamos hermanos en la iglesia, no me refiero si te sientes bien
con estos, hablo de lo que Pablo dice que “el
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”. ¿Hay
en tu interior un Espíritu que le dice al tuyo que eres hijo de Dios? Si no es
así, quizá no seas de la familia que habla Jesús, porque no haces la voluntad
de Dios. ¿Tienes ADN del cielo en tu interior?
Espero que tu respuesta sea un rotundo sí, ¿desde cuándo
tienes ese ADN? ¿Cuántos años han pasado? Conforme crecemos nos vamos
pareciendo más a nuestros mayores, por lo tanto, si tienes ADN del cielo
conforme pasan los años te tienes que parecer más a tu Padre, es decir, tienes “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre y templanza”. Esto es el ADN del cielo, esto es lo
que produce en nuestro interior ser hijos de Dios, esto es hacer su voluntad. ¿Verdaderamente
formas parte de esta familia? Si somos hijos “también herederos, herederos de Dios y coherederos en Cristo”. ¡Hay
recompensa al final! La herencia que nos dejan los hombres se acaba, en cambio
no así la herencia de Cristo, “si en
verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él.” Esta
es la mayor herencia que nos puedan dar, ser glorificados con Cristo. Empieza a
cultivar en la tierra el ADN del cielo, se un árbol que da buen fruto, porque
esta es la voluntad de Dios “lo que es
bueno, aceptable y perfecto”.
AP
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