“Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla
en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y
crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero
hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está
maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú
japonés. Siembras la semilla, la abonas y riegas constantemente. Durante los
primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la
semilla aparentemente durante los primeros siete años. Sin embargo, durante el
séptimo año, en un período de sólo seis semanas... la planta de bambú crece
¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No, la verdad es que
esta siete años y seis semanas en desarrollo. Durante los primeros siete años
de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de
raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de
siete años.
Jesús está hablando de nuevo mediante una parábola,
y lo que intenta explicar a la gente que estaba escuchándolo es que el reino de
Dios es algo que no es apto para impacientes, porque debe seguir un proceso al
igual que una semilla cuando se planta en la tierra. “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa
semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota
y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero
hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está
maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”
El crecimiento de una semilla es algo lento, y
apenas imperceptible si ves la planta todos los días. La paciencia es algo que
hoy en día escasea en nuestra sociedad, donde vivimos de comida rápida, con un
horario muy apretado y siempre corriendo, y queremos que todo lo que hacemos tenga
un resultado inmediato, algo que nunca suele ser así. Jesús habla de que el
crecimiento de nuestras vidas como cristianos tiene unos pasos al igual que una
semilla y que para que de su fruto, primeramente se debe de tener una
dedicación diaria y una constancia para que poder desarrollarnos.
Tenemos que ser igual que un labrador, y primero
sembrar la semilla de Dios en nuestros corazones, dedicarle tiempo y esfuerzo a
orar y leer su palabra cada día para poder crecer y poder desarrollar nuestra
relación con El, y saber esperar y tener paciencia en que Dios tiene todo bajo
su control y el sabe cuándo es el tiempo perfecto para hacer su voluntad en
nosotros.
DP
Comentarios
Publicar un comentario