Marcos 4:25-34 - Regando las plantas

“Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés. Siembras la semilla, la abonas y riegas constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada con la semilla aparentemente durante los primeros siete años. Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas... la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No, la verdad es que esta siete años y seis semanas en desarrollo. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Jesús está hablando de nuevo mediante una parábola, y lo que intenta explicar a la gente que estaba escuchándolo es que el reino de Dios es algo que no es apto para impacientes, porque debe seguir un proceso al igual que una semilla cuando se planta en la tierra. “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.”

El crecimiento de una semilla es algo lento, y apenas imperceptible si ves la planta todos los días. La paciencia es algo que hoy en día escasea en nuestra sociedad, donde vivimos de comida rápida, con un horario muy apretado y siempre corriendo, y queremos que todo lo que hacemos tenga un resultado inmediato, algo que nunca suele ser así. Jesús habla de que el crecimiento de nuestras vidas como cristianos tiene unos pasos al igual que una semilla y que para que de su fruto, primeramente se debe de tener una dedicación diaria y una constancia para que poder desarrollarnos.

Tenemos que ser igual que un labrador, y primero sembrar la semilla de Dios en nuestros corazones, dedicarle tiempo y esfuerzo a orar y leer su palabra cada día para poder crecer y poder desarrollar nuestra relación con El, y saber esperar y tener paciencia en que Dios tiene todo bajo su control y el sabe cuándo es el tiempo perfecto para hacer su voluntad en nosotros.


DP

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