Podríamos
definir nuestro país, como España, el país de la corrupción. Un país donde cada
día vemos noticias acerca de políticos con cuentas en el extranjero donde envían
millones de euros, jueces que no se atreven a denunciarlo, trabajadores que
trabajan en negro y no cotizan al estado, personas que al comprar algo o
recibir algún servicio intentan ahorrarse el IVA, empresarios que tienen
trabajadores sin contrato para ahorrarse pagar impuestos por ellos, ciudadanos
empadronados en sitios distintos a donde viven para que sus impuestos sean
menores, hombres y mujeres que mienten en su declaración de la renta, y pon
aquí cualquier otra cosas que se te ocurra. Somos el país de la artimaña, del
intento de ser más listos que los demás, y todos en algún momento hemos hecho
algo así, todos hemos robado al estado, cada uno según nuestra capacidad, un
político siempre robará más que un mecánico, no porque uno sea peor que otro,
sino porque uno tiene acceso a más que otro.
La Biblia está
llena de ejemplos de personas así, ya no solo que robaban, sino que hacían
cosas que estaban mal, las cubrían y Dios tenía que poner a alguien que les
confrontara. Esto mismo sucedió con Herodes, estaba teniendo relaciones con la
mujer de su hermano. Herodes por supuesto lo cubría, intentaba esconderlo y
Dios le mandó a alguien para que le rebelase su pecado “Porque Juan le decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu
hermano. Y Herodías le tenía rencor y deseaba matarlo, pero no podía.” No
era fácil ir y confrontar a un gobernador contra su pecado, pero Dios escogió a
Juan para que lo hiciese, más tarde esto le acarrearía la muerte.
¿Estás
dispuesto a confrontar a los que te rodean con su pecado? Es fácil hablar del
pecado de los demás a sus espaldas, con otros, pero esto en realidad es pecado,
y se llama murmuración. Pablo es muy claro “hermanos,
aun si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales,
restauradlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú
también seas tentado.” Tenemos la obligación de si alguien hace algún
pecado y lo sabemos confrontarle con eso, pero siempre pensando que nosotros
podemos caer exactamente en lo mismo.
Jesús dejó
muy claro su mensaje “no penséis que
vine a traer paz a la tierra; no vine a traer paz, sino espada. Porque vine a
poner al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra
su suegra; y los enemigos del hombre serán lo de su misma casa” ¿Acaso no
sucede esto muchas veces que una persona es confrontada con el pecado? Pero
esto no es motivo para no hacerlo, cuando hacemos esto, podemos ganarnos enemistades,
pero es lo correcto, es lo que hizo Juan el Bautista y acabó muerto, es lo que
hizo Jesús y acabó en una cruz. ¿Estas dispuesto a hacerlo tu también?
AP
Comentarios
Publicar un comentario