Marcos 7:24-30 - Recuerda lo que eres


"Y Él le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echadlo a los perrillos. Pero ella respondió y le dijo: Es cierto, Señor; pero aún los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos."

Si hay algo que hoy en día rompe muchas familias, es sin duda la muerte de un familiar, en el caso de que haya más de un hermano surge el conflicto de quien recibe mayor parte, quien recibe menor, y en los casos que no haya un testamento claro, la lucha por recoger el dinero de la herencia se vuelve muy fuerte hasta el punto de hermanos que han llegado a romper su relación por unos miles de euros. Sin ninguna duda es triste que un tema económico pueda destruir una familia, pero lo cierto es que sucede.

Pero esto no es algo únicamente de nuestro tiempo, antiguamente se era mucho más rígido en este tema, el primogénito recibía en mayor medida que el menor, le tocaba por derecho. Jesús se encuentra con una mujer gentil, la cual le ruega por su hija, ante esta petición Jesús contesta: "Y Él le decía: Deja que primero los hijos se sacien, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echadlo a los perrillos. Pero ella respondió y le dijo: Es cierto, Señor; pero aún los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos." Lo cierto es que las palabras de Jesús, son bastante duras, no son sencillas de asimilar, pero no por eso son erróneas o incorrectas.

Estas palabras debemos leerlas teniendo en cuenta cual fue la misión de Jesús, para que vino y a quien iba dirigido su mensaje.  “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Este era el destino de Jesús, Él vino con la misión de recoger a las ovejas perdidas de la casa de Israel, a los judíos, estos eran sus destinatarios, de ahí llamarles a ellos hijos y a los gentiles perrillos. Esta haciendo una diferencia clara entre uno y otros. Pero aún así tuvo misericordia, “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios”.

En otras palabras hemos recibido una herencia que no era para nosotros, el rechazo de los judíos al Mesías, nos abrió la puerta ser hijos de Dios; a degustar de las migajas. Si antes solamente los judíos podían tener acceso a Dios, ahora “no hay ni judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús.” Aunque por sangre no nos tocaba por no ser herederos gracias a Cristo podemos serlo “y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa.” ¡Hemos sido adoptados! ¿Hay mayor herencia que esta? “Y Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Esta es la mayor herencia que podemos tener, haber sido adoptados por Dios, y ser herederos de la herencia de sus escogidos, de los judíos. ¿Hay algo mayor por lo que alabar hoy a Dios?


AP

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