“Y le presentaban niños para que
los tocase; y los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo
Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo
impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el
que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en
los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.”
En este pasaje vemos que los discípulos actúan de
una manera equivocada a la forma que Jesús les estaba enseñando y es que vemos
que le presentan unos niños a Jesús para que los tocase y pudiesen estar cerca de
Él y los discípulos se molestaron mucho y echaban a la gente y a esos niños que
se habían acercado al maestro, intentando marcar las distancias entre lo que
ellos consideraban personas sencillas e indignas de poder acercarse a Jesús.
Los discípulos seguramente pensaron que la imagen
de Jesús se vería perjudicada si la gente veía que era un hombre que se rodeaba
de niños y no entonces no le fuesen a tomar enserio. Quizás pensaron que el
tiempo del Jesús era demasiado importante como para perderlo estando rodeado de
niños y dejando que le toquen y le saluden. Lo que queda claro es que para los
discípulos en ese momento, esos niños, esas personas que los habían traído a
ese lugar no eran lo suficientemente importantes para poder estar al lado de Jesús
y que tanto ruido y alboroto no era bueno porque podía distraer a Jesús de lo
que ellos pensaban que era importante.
Esta actitud no le gustó nada a Jesús y les tiene
que reñir por su reacción y es algo que muchas veces en nuestras iglesias. Es
fácil pensar que debemos de dirigir nuestra atención a los grandes predicadores
y grandes evangelistas que montan espectáculos y campañas. Muchas veces caemos
en el error de pensar que es a los hombres a los que tenemos que seguir y
adorar. O que por ser alguien con un cargo en la iglesia ya estas por encima de
la demás gente que te rodea e incluso aunque no tengas un cargo el menospreciar
a un hermano porque tú piensas que eres más espiritual que él y crees que eres
mejor.
Para Jesús todos sus hijos somos iguales y rechaza
todo el endiosamiento del hombre, es más, Jesús era una persona cercana a la
gente, daba igual de que clase social fuese, lo mismo se rodeaba de gente
importante, como hablaba con pobres y enfermos y se rodeaba de niños.
Así que aprendamos a dejar de lado el ensalzar al
hombre, el pensar que somos mejores que la gente que nos rodea y aprendamos a
ser más como Jesús y acercarnos a las personas de nuestro alrededor con amor y
preocupándonos por ellos sin importarnos su condición física y social.
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