“Y trajeron el pollino a Jesús, y
echaron sus mantos por el camino, y se sentó sobre él. También muchos tendían
sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían
por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces,
diciendo: ¡Hossana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
Carlos Slim es un hombre de éxito, este mexicano
es reconocido como el hombre más rico del mundo. Carlos posee una de las
mansiones más espectaculares del mundo, es patrocinador de un equipo de fórmula
uno y tiene varios coches de lujo. Recientemente ha adquirido una mansión por
alrededor de 50 millones de euros, además de comprar un edificio en pleno
corazón de Manhattan por 150 millones de euros. Todo esto entre otras cosas.
Estoy seguro que si Carlos Slim tuviese que hacer
una aparición pública estaría todo preparado a la perfección, su mejor traje,
sus mejores zapatos, los mejores asesores, uno de sus lujosos coches o porque
no un avión o un helicóptero, luces, humo, música. Sin ninguna duda un hombre
así se encargaría de que fuese algo extraordinario. En cambio hay otro hombre
que también hizo su aparición pública, pero de una manera muy distinta “Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron
sus mantos por el camino, y se sentó sobre él. También muchos tendían sus
mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por
el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces,
diciendo: ¡Hossana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” Siendo
sinceros parece de broma, un carpintero, subido a un burro y haciéndose ver
como el enviado desde el cielo, como el Hijo de Dios, como el que iba a librar
a su pueblo, subido en un animal de carga. La imagen pensándolo con nuestra
mente humana debió ser lamentable.
Pero aún con esta
imagen logró acercar a aquel lugar a una gran multitud la cual le aclamaba y le
reconocía como el que venía en el nombre del Señor, eso si, encima de un
pollino, quizá este fue el principio del fin de la popularidad de Jesús, se
esperaba tanto de este hombre que se había autodenominado como el Mesías, pero
a la guerra se iba con caballos, no con burros. Digo que este es el final de su
popularidad, porque una semana después todos aquellos que le aclamaban,
gritaban para que lo crucificaran, aquellos que veían en Él la solución lo
convirtieron en el problema. Realmente Jesús podría haber venido subido en un
caballo y haber hecho que todos los animales lo adoraran, pero decidió subir en
un pollino.
¡Qué muestra de
humildad la de nuestro Señor! Aquí empezó a cumplir la profecía “mas sin atractivo para que le deseemos”. Quien
iba a querer seguir a alguien así, pero la realidad es bien distinta, Jesús no
era solo el rey de los judíos, es el Rey de todo el Universo, y Él decidió
entrar encima de un pollino. ¡Qué gran enseñanza! Tantas veces nos esforzamos
en aparentar ser y tener cuando Jesús nunca hizo eso. Esto es una llamada a la
humildad, el cristiano no debiera ser alguien que llamara la atención, no debiéramos
ser personas influyentes porque vamos a la moda o por nuestro comportamiento o
rebeldía. Jesús marcó una diferencia por su amor, por su humildad. Esta es la
llamada hacia la vida cristiana, debemos vivir de manera piadosa, llena del
Espíritu, sin atractivo a los ojos humanos, pero con fuego en nuestro interior.
Es el tiempo de buscar a Dios y rogarle que Él nos haga ser atractivos a su
manera y a su forma.
AP
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