Marcos 11:12-26 - ¿Casa de oración o de ladrones?


“Llegando a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas; y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.”

Si paseas por las ramblas de Barcelona puedes encontrarte muchas cosas, figuras humanas, trileros, prostitución si pasas por las noches, carteristas, y también hay otro tipo de robo más sibilino pero igualmente real, las terrazas que hay allí. Estas terrazas están destinadas únicamente para los turistas, no es que un barcelonés no pueda sentarse ahí, sino que nunca pagaría más de diez euros por una cerveza. Se aprovecha una zona de mucho tráfico turístico para poner precios desorbitados y en pocas palabras robar a todo el que se siente por un producto que no vale lo que se pide.

“Llegando a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas; y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” Para poder entender a ciencia cierta lo que sucedía aquí debemos mirarlo con el prisma del tiempo en que ocurrió y el sitio donde ocurrió. Nos encontramos en Jerusalén entre el año 28 y 30 d.C. ya que los historiadores hablan de que Jesús probablemente naciera entre 3 y 5 años antes que el año cero, aunque esto tampoco es excesivamente importante. Dentro del templo era normal que hubiese un mercado de animales para el sacrificio y de cambio de monedas para aquellos que venían de fuera y necesitaban comprar. Todo esto no era nada malo, eran necesarios los animales para los sacrificios y era necesario poder cambiar la moneda para realizar la compra. Pero el templo se había convertido en las ramblas, los animales costaban un precio más elevado que el que tenían en realidad y el cambio de moneda también era abusivo. Ante esto Jesús reaccionó echándolos a todos de allí.

Quizá creas que hoy en día, en el cristianismo esto no sucede, pero sucede muy a menudo, demasiado diría yo. La casa de oración ya no es la iglesia, somos nosotros mismos, y la hemos convertido en una casa de ladrones, la hemos llenado de tantas cosas con las que comerciamos, familia, trabajo, amigos, dinero, ocio y sigue la lista como quieras, y en lugar de ser nuestro corazón una casa de oración la hemos convertido en una cueva de ladrones donde a aquello que no tiene tanto valor le hemos subido el precio a límites insospechados.

Esto habla de la realidad de la iglesia, una iglesia que se ha alejado del principio del evangelio, que vive tan inmersa en este mundo y en sus placeres que ha olvidado vivir como vivían en el siglo primero, que ya no tienen el deseo del poder del Espíritu y se conforman con un cristianismo teórico y religioso. “Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron que Samaria había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan, quienes descendieron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo, pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; sólo habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo.” Todo el libro de Hechos está lleno de situaciones como estas, pero en cambio en nuestro tiempo no solo no existen estas manifestaciones sino que nuestra casa esta tan llena de cosas que no tenemos ni siquiera interés en ellas.

En el siglo XVII y XVIII hubieron varios avivamientos, los cuales únicamente se basaban en la oración por un despertar espiritual que llegaba por un gran sentimiento de suciedad ante el pecado, una regeneración interior y la súplica a Dios por la manifestación poderosa del Espíritu Santo, y esto se tradujo en conversiones multitudinarias, milagros, derramamiento del Espíritu y países enteros que cambiaron sus vidas y sus formas de vivir. En otras palabras, Jesús derribó la cueva de ladrones y la convirtió en casa de oración. El problema de nuestra generación es que hemos perdido el interés por un avivamiento, nos hemos enredado demasiado en este mundo y hemos dejado de preocuparnos del reino de Dios. ¡Roguemos a Dios que mande de su Espíritu sobre nosotros! ¡Qué mande fuego que nos rebele nuestro pecado y nos lleve a un arrepentimiento profundo! ¡Que ponga en nosotros el clamor de la oración! Y que derrame de su gloria en nuestro país.

AP

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