“Y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la
autoridad para hacer esto? Y Jesús les dijo: Yo también os haré una pregunta;
respondédmela, y entonces os diré con qué autoridad hago estas
cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme. Y
ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: “Del cielo”, El dirá:
“Entonces, ¿por qué no le creísteis?” ¿Mas si decimos: “De los hombres”? Pero temían a la multitud, porque todos
consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta.”
El corazón es de esas cosas que tenemos en nuestro
cuerpo que más difícil son de entender. Obviamente no me refiero al músculo que
se dedica a bombear sangre por todas las venas, arterias y capilares, aunque
sin duda también tiene un funcionamiento complejo, pero más complejo aún es el
corazón cuando hablamos de sentimientos. Es complejo porque de el surge el amor
y el odio, el miedo y la valentía, la timidez, cosas intangibles y reales al
mismo tiempo. ¡Y qué engañoso es tantas veces! Cuando el corazón se encapricha
es capaz de tomar el control de todo el cuerpo.
El corazón de los principales del templo estaba
totalmente entenebrecido, no podían ver nada fuera de su interior, no eran
capaces de ver la bondad de Jesús, eran corazones egoístas que tenían un solo propósito,
destruir a aquel que estaba destruyendo sus sistemas montado para controlar los
corazones del pueblo. Dejándose llevar por sus corazones buscaron coger a Jesús
y arrinconarle: “Y le
dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio la autoridad para
hacer esto? Y Jesús les dijo: Yo también os haré una
pregunta; respondédmela, y entonces os diré con qué autoridad hago
estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?
Respondedme. Y ellos discurrían entre sí, diciendo: Si decimos: “Del
cielo”, El dirá: “Entonces, ¿por qué no le creísteis?” ¿Mas si decimos:
“De los hombres”? Pero temían a la multitud, porque todos
consideraban que Juan verdaderamente había sido un profeta.”
Estos hombres
buscaron, esta y otras veces atrapar a Jesús en una contradicción, ellos mismos
habían caído tantas veces en esto, que viendo a Jesús como un hombre,
necesitaban destruirle. No les importaba en exceso lo que la gente creyera,
realmente tenían una misión importante, tenían la oportunidad en su posición
religiosa de influir positivamente en la gente, pero en cambio su corazón era
egoísta, hablaban cosas que no cumplían, se comportaban como lo que no era y
Jesús decide revelárselo. Les confronta con su realidad y con sus dobles vidas.
¡Cuidado! Dios no
puede ser burlado, no podemos tomarle el pelo a Dios, nuestros corazones son
malos, nos tratan de desviar e incluso nos pueden llevar a jugar con Dios, nos
llevan a prometer cosas, las cuales nosotros mismos sabemos que no cumpliremos,
solo si Dios cumple lo que nosotros queremos, si nos da lo que le pedimos. Pero
cuan engañoso es nuestro corazón, que inestable, un día está arriba y otro
abajo. Sin ninguna duda nuestros sentimientos juegan un papel fundamental en
nuestra relación con Dios, pero dejarse gobernar por ellos puede llevarnos al
desastre. El salmista lo sabía, sabía lo débil que era su voluntad, lo engañoso
que eran sus sentimientos, y por eso expresa este deseo “crea en mi, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto
dentro de mí.” Que hermosa oración, la cual cada uno de nosotros debieras
rogar a Dios. Que Él cree un corazón limpio el cual únicamente busque de sus
cosas, porque, ¿acaso hay algo más grande que esto?
AP
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