“Y llegó una
viuda pobre y echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante. Y
llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda
pobre echó más que todos los contribuyentes al tesoro; porque todos
ellos echaron de lo que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que
poseía, todo lo que tenía para vivir.”
Si buscamos dos tipos de personas a los cuales la
Biblia le da importancia y habla del cuidado sin ninguna duda estas son las
viudas y los huérfanos. Hoy en día, la viudas tienen un gran problema, han
perdido a su marido, pero dentro de la mala situación mientras sigan en este
estado de viudedad el estado mira por ellas y les ofrece una paga, según cada
caso de mayor o menor cantidad, una paga que probablemente no les da para
vivir, pero sí que les ofrece una pequeña ayuda. Esto no era así en la época de
Jesús, las viudas solo tenían una esperanza, y era vivir con alguno de los
hermanos de su marido, en caso de que esa familia tuviese una buena economía no
debía haber ningún problema, pero si esto sucedía en un hogar donde la economía
flaqueaba tenían un serio problema, era un boca más a la que alimentar y que no
aportaba nada.
Realmente ser una viuda en aquellos tiempos no era
nada fácil. “Y llegó una viuda pobre y
echó dos pequeñas monedas de cobre, o sea, un cuadrante. Y llamando a sus
discípulos, les dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que
todos los contribuyentes al tesoro; porque todos ellos echaron de lo
que les sobra, pero ella, de su pobreza echó todo lo que poseía, todo lo que
tenía para vivir.” Aquí tenemos a nuestra protagonista, una viuda y además
pobre, aparentemente no era nada, pero tenía una lección muy grande para los
discípulos y por supuesto para nosotros. Echó dos simples monedas de cobre, y
esto llamó la atención de Jesús.
¿Qué podemos aprender de aquí? Veamos 3 cosas:
-
Deja de mirar las
apariencias. ¡Qué rápidos somos
para juzgar y etiquetar a los demás! Esta mujer pasaba desapercibida, nadie la
miraba, pero Jesús si la vio. Cuantas veces somos personas a las que nos miran
demasiado, que buscamos destacar y nos llenamos de orgullo. Jesús mira a los
humildes “bienaventurados los humildes,
pues ellos heredarán la tierra.” ¡Que el Señor nos ayude a ser personas
humildes y pasar desapercibido, eso querrá decir que nuestro corazón no está en
las cosas terrenales sino en las celestiales.
-
¿Cuánto tienes para
dar? Esta es la gran
excusa de nuestros días para Dios, es que no tengo… y ahora pon lo que quieras,
dinero, tiempo, descanso, ganas, fuerzas, etc. Dios no mira nunca la calidad,
Dios busca la calidad. Lo que esta mujer dio fue todo lo que tenía. Dios te
pide que le des todo lo que tienes, tu trabajo, tu familia, tu economía, tu
ministerio, todo absolutamente todo. Ponlo a su servicio, dar de lo que sobra
es ser egoísta, ¿Acaso no dio Jesús todo? No te guardes nada, ponlo todo al
servicio de nuestro Dios.
-
No tengas miedo. El miedo es de las
cosas que más nos pueden frenar, cuando se trata de Dios, puede apagar nuestro
espíritu. Esta mujer no tuvo miedo a dar, lo hizo de corazón. No tengas miedo a
darle a Dios, sin ninguna duda Él es un Dios generoso y que da en abundancia.
Todo lo que tenemos es porque Dios nos lo ha dado, esto se llama gracia. “De gracia recibisteis dad de gracia”. Da
a Dios sin miedo, ¿no es acaso Dios nuestro proveedor?
Mirar con los ojos
de Dios significa mirar más lejos de lo que los hombres miramos, significa
mirar los pequeños detalles. Pidamos a Dios que nos enseñe a mirar con sus ojos
para poder ver las cosas tal y como Él las ve.
AP
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