Marcos 14:1-11 - La alabanza más cara


“Y estando El en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían. Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra ha hecho conmigo.” 

Como todas las cosas, nada es exclusivo de una época y esta modalidad de mercado ya existía antiguamente. “Y estando El en Betania, sentado a la mesa en casa de Simón el leproso, vino una mujer con un frasco de alabastro de perfume muy costoso de nardo puro; y rompió el frasco y lo derramó sobre la cabeza de Jesús. Pero algunos estaban indignados y se decían unos a otros: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de perfume? Porque este perfume podía haberse vendido por más de trescientos denarios, y dado el dinero a los pobres. Y la reprendían. Pero Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la molestáis? Buena obra ha hecho conmigo.” Esta mujer tenía algo que era muy valioso, algo que costaba dinero, algo con lo que se podrían haber hecho muy buenas obras, pero sin duda ella hizo la mejor, derramó lo que más valor tenía sobre la cabeza de Jesús.

Hay algo muy valioso que tenemos todo ser humano, y es nuestra vida, sin ninguna duda es lo que más vale, lo que más apreciamos, lo que más cuidamos. Esta mujer al derramar su perfume no estaba haciendo otra cosa que alabar a Jesús, le estaba diciendo que Él valía más que el mismo perfume y que lo que ella más valoraba lo entregaba al verdadero Señor. ¡Qué gran enseñanza la de esta mujer! ¿Qué hacemos nosotros con lo que más queremos, con nuestras vidas? Alabar a Dios sugiere darle lo que nosotros más queremos, esta es la verdadera alabanza, la de derramar nuestras vidas sobre la cabeza de Jesús.

Esto es mucho más que hacer buenas obras, al fin y al cabo fue lo que se podría haber hecho con ese perfume, muchas buenas obras cargadas de humanismo. En cambio esta mujer hizo una buena obra, poner lo que más quería sobre Jesús. La mayor alabanza que nosotros podemos dar a Cristo es la de ofrecer todos los ámbitos de nuestra vida a Dios. No hay mayor alabanza que nuestra mayor meta no sea tener dinero, fama, amistades, una gran familia, no, la mayor alabanza es la de dedicar toda nuestra vida al servicio del Rey del universo, a Jesucristo el fiel. Empieza hoy a alabar a Dios con tu vida, entregándole todo. Lo que más vale en tu vida es la mayor alabanza que puedes ofrecerle.


AP

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