“Mas Él callaba y nada respondía. Le volvió a
preguntar el sumo sacerdote diciendo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
Jesús dijo: Yo Soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder
y viniendo en las nubes del cielo.“
Tomar decisiones duras siempre es difícil, todos hemos en algún momento de
nuestra vida, tenido que tomar alguna decisión dolorosa pero que sabíamos que
iba a traer algo bueno en el futuro, un cambio de trabajo, una ruptura
sentimental, la confrontación a un amigo que podía llegar a romper esta
relación, y muchas más decisiones duras y difíciles que traerían más adelante
algo bueno y mejor. Otras veces dominados por el miedo o por no querer hacer
daño, simplemente callamos y dejamos pasar las situaciones en las que debiéramos
hacer algo.
Jesús ya había sido apresado y estaba siendo
juzgado, realmente no había mucho que recriminarle, solo había una acusación “Mas Él callaba y nada
respondía. Le volvió a preguntar el sumo sacerdote diciendo: ¿Eres tú el
Cristo, el Hijo del Bendito? Jesús dijo: Yo Soy; y veréis al Hijo del Hombre
sentado a la diestra del poder y viniendo en las nubes del cielo.“ El silencio
podría haberle salvado, haber negado quién Él realmente era habría evitado,
pero su respuesta fue “Yo Soy”. En
otras palabras, son Jehová, el inmutable, el que habló a Moisés en la zarza.
Y tras esta declaración de quien Él era una
afirmación que parecía tener poco que ver con su confesión “y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder y viniendo
en las nubes del cielo.“ Este fue el motivo de su confesión, por supuesto
Cristo murió por salvar a sus escogidos, a aquellos que fuimos predestinados,
la cruz nos dio vida, pero por encima de esto, por encima de nuestra salvación
existe un plan superior, que el Hijo del Hombre se siente en su trono celestial
del gloria, a la diestra del Padre y venga en las nubes con poder y gloria.
Este es nuestro gran ejemplo y nuestra meta “corramos con paciencia la carrera que
tenemos por delante, puesto los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,
quién por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, menospreciando la
vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.” Para nosotros
lo más grande que hizo Cristo fue morir por nuestros pecados, para Él lo más
grande y su principal motivación para soportar la cruz y morir, fue sentarse “a la diestra del trono de Dios.” “Por lo
cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió un nombre que es sobre
todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están
en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.”
¡Esto es maravilloso! No podía existir una
motivación mayor, que ser exaltado por Dios Padre y serlo para darle gloria.
¡Esto es tener la vista en las cosas del cielo! Nosotros algún día también
seremos transformados, ¿no es esta suficiente motivación para vivir para
Cristo? Por encima de nuestra vida, de nuestras situaciones pensemos en cómo
vivir de manera que glorifiquemos a Dios y regalemos nuestras vidas a Él,
sabiendo que Jesús vendrá en las nubes, nos arrebatará y viviremos junto a Él
toda la eternidad.
AP
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