Marcos 15:1-20 - ¡Crucifícale!


“Y Pilato, tomando de nuevo la palabra decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis Rey de los judíos? Ellos le respondieron a gritos: ¡Crucifícale!“

En toda la historia de la humanidad ha habido muchos momentos injustos y personas que han muerto por causas incorrectas, pero ninguna como la que encontramos aquí. Era normal en la Pascua que se liberara a uno de los delincuentes como medida de gracia, el gobernador quería salvar a Jesús ya que no encontraba en Él nada punible por lo que ser castigado, y ante Jesús estaba Barrabás un terrorista que había robado y asesinado y estaba condenado a la cruz. Pilato sabía que ante esta situación, el pueblo elegiría salvar a aquel de quien se había oído que había dado de comer a miles, que había curado a muchos de sus enfermedades, algo de lo que la Seguridad Social podría haber estado muy agradecida, que se había juntado y restaurado a viudas, huérfanos, pobres, enfermos, prostitutas y todos aquellos que habían sido apartados. ¿Quién querría que alguien así muriera?

Pilato realmente trazó un buen plan, un plan sin posible error “y Pilato, tomando de nuevo la palabra decía: ¿Qué haré, entonces, con el que llamáis Rey de los judíos? Ellos respondieron a gritos: ¡Crucifícale!.“ La respuesta fue clara, su plan se había ido al garete, el pueblo el cual unos días antes alababan a Jesús sobre un pollino ahora deseaba su muerte, gritaban para que fuese crucificado. Deseaban ver a ese hombre sobre un madero y sufriendo, su único “pecado” haber confesado ser Hijo de Dios, ser el Rey de los judíos.

Creo que sería un error culpar a los judíos, nosotros habríamos hecho exactamente lo mismo que ellos hicieron. Si hubiésemos estado en esa plaza habríamos gritado “crucifícale”, debía cumplirse todo lo escrito cientos de años atrás. “Pero quiso el Señor quebrantarle, sometiéndole a padecimiento. Cuando Él se entregue a sí mismo como ofrenda de expiación, verá a su descendencia” Lo que sucedió aquel día era algo más grande que un simple clamor del pueblo, era el plan divino siendo cumplido, eran las palabras de los profetas tomando vida y viendo como el Rey de los judíos iba a ser maldito para la salvación y perdón de pecados de muchos.

¿Acaso si esto se cumplió dudaremos del resto de promesas? ¿Existe algo más milagroso que la sangre de Cristo? No hay mayor milagro que el sacrificio del mismo Dios, que el cumplimiento de esta promesa. Esto debe recordarnos que la Biblia no es un simple libro más, es el Libro por excelencia, en él encontramos escritos cientos de promesas que quizá pueda parecer que no llegan, pero llegarán, no dudemos de su segunda venida, no dudemos de la futura Jerusalén, no dudemos de las promesas sobre su espíritu. Si está escrito, al igual que se cumplió el hecho más grande de la historia de la humanidad, esto también se cumplirá.


AP

Comentarios