Siempre se ha dicho que soñar es gratis, por
suerte aún no nos cobran por soñar despiertos, sino desaparecería la gente que
vive en un sueño y no quiere despertar de él. Los sueños son símbolos de
pensamientos e ideas que escapan de la realidad, suelen ser parte de la
perfección. Soñar gratis no es más que imaginar una situación idílica que lo
más probable es que nunca llegue a hacerse realidad, pero, ¿y si se hiciese
realidad? Por norma los sueños no son más que revelaciones de lo que hay en
nuestro corazón y que nuestro subconsciente revela, deseos que pueden estar o
no estar ocultos. Cuantas veces al despertar de un sueño, no nos hemos
lamentado de que este sueño no fuese real.
El círculo más íntimo de Jesús fue llevado al
monte con su maestro, y no se llegaban a imaginar lo que iban a experimentar,
no podían esperar lo que se iban a encontrar, iba a ser mayor que un sueño. Así
lo narra Marcos. "Seis días
después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte,
solos, a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos; y sus vestiduras se
volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la
tierra las puede emblanquecer." Si lo hubiesen soñado, seguramente se
hubiesen quedado cortos, ¿Quién podría pensar que iban a ver a Jesús
glorificado?
Subir a un monte no era algo nuevo para ellos, Jesús
se apartó muchas veces solo o acompañado a un monte, ya sea para orar, para
enseñar y simplemente para ir de un sitio a otro. Para cualquiera de nosotros,
ir con Jesús a un monte sería algo para no olvidar, un sueño del que no
despertar; para los discípulos en cambio, no era más que un día más algo
habitual. Se habían acostumbrado tanto a estar con Jesús que otro evangelista
en la narración de este increíble acto nos cuenta que los discípulos se durmieron
mientras Jesús oraba. ¿Qué insensato pudiendo escuchar a Jesús hablar con su Padre
se dormiría? Yo estaría con los oídos bien abiertos, pero la costumbre hizo que
para ellos reunirse con Jesús para orar fuese algo habitual.
Seamos sinceros, ¿no nos pasa a nosotros eso
también? ¿No vamos a las reuniones como una costumbre, como una rutina? Cuando
nos convertimos era un deseo de nuestro corazón, un sueño, poder estar en
relación con Dios, en cambio, hoy en día no es más que algo rutinario. Cuando
nos acostumbramos a algo deja de tener valor. Los discípulos dejaron de valorar
el significado de ir con Jesús al monte igual que nosotros hemos dejado de
valorar lo que significa estar en comunión con Jesús.
¿Por qué dejar de soñar? Los discípulos subieron
sin expectativas, y se encontraron con Jesús exaltado, en un estado
indescriptible, porque no creer que quizá hoy Dios se pueda mostrar de una
manera indescriptible, porque no soñar que Dios puede hacer hoy un milagro,
porque seguir siendo un incrédulo como Tomás y creer que en lo rutinario Dios
puede envolverte en una situación de la que no quieres despertar. Sueña
despierto, busca a Dios y Él se mostrará a ti, porque soñar es gratis. ¿Y si
Dios se manifestase hoy?
AP
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