Marcos 9:2-13 - Soñar es gratis



Siempre se ha dicho que soñar es gratis, por suerte aún no nos cobran por soñar despiertos, sino desaparecería la gente que vive en un sueño y no quiere despertar de él. Los sueños son símbolos de pensamientos e ideas que escapan de la realidad, suelen ser parte de la perfección. Soñar gratis no es más que imaginar una situación idílica que lo más probable es que nunca llegue a hacerse realidad, pero, ¿y si se hiciese realidad? Por norma los sueños no son más que revelaciones de lo que hay en nuestro corazón y que nuestro subconsciente revela, deseos que pueden estar o no estar ocultos. Cuantas veces al despertar de un sueño, no nos hemos lamentado de que este sueño no fuese real.

El círculo más íntimo de Jesús fue llevado al monte con su maestro, y no se llegaban a imaginar lo que iban a experimentar, no podían esperar lo que se iban a encontrar, iba a ser mayor que un sueño. Así lo narra Marcos. "Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte, solos, a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos; y sus vestiduras se volvieron resplandecientes, muy blancas, tal como ningún lavandero sobre la tierra las puede emblanquecer." Si lo hubiesen soñado, seguramente se hubiesen quedado cortos, ¿Quién podría pensar que iban a ver a Jesús glorificado?

Subir a un monte no era algo nuevo para ellos, Jesús se apartó muchas veces solo o acompañado a un monte, ya sea para orar, para enseñar y simplemente para ir de un sitio a otro. Para cualquiera de nosotros, ir con Jesús a un monte sería algo para no olvidar, un sueño del que no despertar; para los discípulos en cambio, no era más que un día más algo habitual. Se habían acostumbrado tanto a estar con Jesús que otro evangelista en la narración de este increíble acto nos cuenta que los discípulos se durmieron mientras Jesús oraba. ¿Qué insensato pudiendo escuchar a Jesús hablar con su Padre se dormiría? Yo estaría con los oídos bien abiertos, pero la costumbre hizo que para ellos reunirse con Jesús para orar fuese algo habitual.

Seamos sinceros, ¿no nos pasa a nosotros eso también? ¿No vamos a las reuniones como una costumbre, como una rutina? Cuando nos convertimos era un deseo de nuestro corazón, un sueño, poder estar en relación con Dios, en cambio, hoy en día no es más que algo rutinario. Cuando nos acostumbramos a algo deja de tener valor. Los discípulos dejaron de valorar el significado de ir con Jesús al monte igual que nosotros hemos dejado de valorar lo que significa estar en comunión con Jesús.

¿Por qué dejar de soñar? Los discípulos subieron sin expectativas, y se encontraron con Jesús exaltado, en un estado indescriptible, porque no creer que quizá hoy Dios se pueda mostrar de una manera indescriptible, porque no soñar que Dios puede hacer hoy un milagro, porque seguir siendo un incrédulo como Tomás y creer que en lo rutinario Dios puede envolverte en una situación de la que no quieres despertar. Sueña despierto, busca a Dios y Él se mostrará a ti, porque soñar es gratis. ¿Y si Dios se manifestase hoy?


AP

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