"Y si tu mano derecha te es ocasión de pecar,
córtala; te es mejor entrar en la vida manco, que teniendo dos manos ir la
infierno… …Y si tu pie derecho te es ocasión de pecar, córtalo; te es mejor
entrar cojo a la vida, que teniendo los dos pies ser echado al infierno… …Y si
tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te es mejor entrar al reino de Dios
con un solo ojo, que teniendo los dos ser echado al infierno."
Los propósitos de un hombre en la vida marcaran su
existencia en la tierra. Sin duda esta frase podría resumir nuestras vidas y
nuestra manera de llevarlas a cabo. Nuestras metas harán que tomemos unas
decisiones y no otras, harán que hagamos unos sacrificios en lugar de otros. Si
tu meta es ser un atleta de élite toda tu vida será diferente que si quieres
ser un buen político. Cambiará tu dieta, cambiará tu rutina de sueño, el tiempo
que dedicas a una cosa y a otra, cambiaran tus amistades, tus círculos. Todo se
verá diferente y tus gustos también cambiarán. Nuestras metas producen
metamorfosis en nuestro interior, nos cambian, nos transforman. Y el tiempo en
el que vivimos es un tiempo ideal para dar rienda suelta a nuestros propósitos,
tiempos de marcarnos metas imposibles y esforzarnos al máximo para lograrlas,
al fin y al cabo vivimos en el tiempo del ocio, la era de la autosatisfacción,
el siglo de conseguir lo que quiero a cualquier precio.
Jesús opinaba también así, creía en la necesidad
de lograr objetivos, de esforzarse en alcanzar metas. La diferencia es que las
metas de Jesús tenían poco que ver con las de la mayoría de hombres que han
existido. Jesús no hablaba de reputación en la tierra, no hablaba de ser
recordado a lo largo de la historia, no hablaba de propósitos de autosatisfacción.
Su mirada iba más lejos que los 80 o 90 años que podemos vivir en esta tierra.
Él miraba las cosas eternas, y su discurso no iba enfocado hacia lo que podía
hacer en la tierra, sino lo que repercutiría en la eternidad. Por eso Jesús establece
prioridades, habla del verdadero placer "Y
si tu mano derecha te es ocasión de pecar, córtala; te es mejor entrar en la
vida manco, que teniendo dos manos ir la infierno… …Y si tu pie derecho te es
ocasión de pecar, córtalo; te es mejor entrar cojo a la vida, que teniendo los dos
pies ser echado al infierno… …Y si tu ojo te es ocasión de pecar, sácatelo; te
es mejor entrar al reino de Dios con un solo ojo, que teniendo los dos ser
echado al infierno." El verdadero placer que ofrece Jesús no es otro
que el de tener vida y huir del infierno, aunque eso suponga perder todas las
metas y expectativas de tu vida.
Pero claro, ¿Quién
podría estar dispuesto a sacrificar sus planes, sus esfuerzos por algo tan
lejano? La respuesta debiera ser clara, todo aquel “que busca el reino de Dios y su justicia”. Jesús estaba diciendo con estas palabras
que el mayor placer que alguien puede tener es el de entrar en la vida, el de
no entrar en el infierno. ¡Es mejor ser un tullido, un inútil y un paria social
que pasar la eternidad en el infierno! ¡Es mejor no disfrutar de la vida que no
disfrutar de la eternidad! Es preferible cumplir los placeres del Padre que los
míos propios
Esta verdad es
demasiado profunda para que todos la puedan entender, vivimos en la época de
los derechos, derechos humanos, derechos laborales, derechos personales y
además nos los conocemos todos, porque hemos olvidado que somos siervos y nos
hemos convertido en señores. Señores que deciden cual es su camino. ¿Cuál es tu
mayor placer? “He aquí el hombre que no
quiso hacer de Dios su refugio, sino que confió en la abundancia de en la
abundancia de sus riquezas y se hizo fuerte en sus malos deseos.” Tenemos
la visión desenfocada, nos importa demasiado nuestro bienestar.
¿Qué es lo que te
impide que tu placer sea Dios? ¿Tu mano? ¿Tu pie? ¿Tu ojo? ¿La televisión? ¿El
ordenador? ¿Las redes sociales? Mejor es ser un amputado en la tierra que vive
eternamente que un vivo en la tierra con su destino en el infierno. Arranca de
ti todo lo que te frena, quita todo lo que te hace apartar tu mirada de Cristo,
busca la “santidad sin la cual nadie
verá a Dios”. “Aviva el fuego del don que hay en ti.” Empieza a mirar a
Dios y sus propósitos y no a ti y tus metas. El mundo ofrece placer pasajero,
Dios ofrece placer eterno. ¿Con cuál de ellos te quedarás?
AP
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