Salmo 10 - Dios ha desaparecido


“¿Por qué, oh Señor, te mantienes alejado, y te escondes en tiempos de tribulación?”

La soledad es el gran mal de nuestra sociedad, vivimos rodeados de personas pero cada vez más somos personas solitarias, la aparición de los Smartphone y el WhatsApp poco a poco va convirtiéndonos en personas más y más solitarias, da la sensación que se pierde el factor humano, la relación de persona a persona, parece, y esperemos que no sea así, que el “vamos a quedar a tomar un café” pueda llegar a desaparecer. La realidad es que a nadie le gusta la soledad, aunque en esta época pueda parecer que vamos hacia ella. Aunque peor que la soledad es la sensación de que aquellos que te quieren, aquellos de quien esperas mucho te abandonen y en el momento de necesidad te sientas realmente solo.

Pero, ¿ocurre esto únicamente con el ser humano? No, seguramente en algún momento de nuestra vida hemos pronunciado estas palabras, “¿Por qué, oh Señor, te mantienes alejado, y te escondes en tiempos de tribulación?”. Que duro es, cuando estás pasando un momento difícil sentir que Dios está alejado, que el buscas pero no le encuentras, que complicado es esto.

¿Será realmente así? ¿Se olvida Dios realmente de nosotros? Había un hombre que caminaba por su vida y caminaba por la orilla de la playa, en su caminar, cuando miraba para atrás veía un camino de huellas, el cual el mar, con el paso de las olas iba eliminando. En ocasiones veía únicamente su marca, en otras ocasiones veía otras al lado, y le preguntó a su acompañante, a Jesús. ¿Jesús, porque cuando más problemas tenía, porqué cuando peor lo pasaba, tuve que andar solo? Jesús con una mirada de amor, le contestó, cuando te caías yo te sostenía en mis brazos como un enamorado, cuando ya no podías más, te daba descanso y yo solo caminaba. Quizá te sintieras solo, pero tenía que ser así para que crecieras, pero cuando solo hay una marca, no son tus pisadas, son las mías.

Dios no se olvida nunca de sus hijos, es realidad que a veces parece que duerme, que está alejado, pero Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas?” No dudemos nunca del cuidado de nuestro Dios, Él no se olvida, siempre nos provee, cuando pasamos momentos de soledad son necesarios para seguir creciendo. El alfarero a veces tiene que destruir parte de su obra para hacerla más hermosa.

AP

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