“Pues el Señor es justo; El
ama la justicia; los rectos contemplarán su rostro.”
En la era de la injusticia entender lo que
es verdaderamente la injusticia se convierte en algo realmente complicado.
Políticos corruptos que pasan impunemente de sus delitos, maltratadores que
quedan libres por falta de pruebas, niñas desaparecidas las cuales se conocen
los responsables pero no se puede demostrar y así podríamos seguir y no
acabaríamos. Demasiada injusticia en este mundo, demasiada desesperación para aquellos
que amamos la justicia, demasiada desigualdad, demasiadas familias desalojadas
de sus hogares. Los juzgados se llenan de injusticia, los jueces se sienten
atados de pies y manos por leyes que en ocasiones preservan en exceso la
presunción de inocencia.
Ante esto, ¿Dónde está Dios? ¿Esta
escondido? ¿Se ha olvidado del ser humano? Por supuesto que no “Pues el Señor es justo; Él ama la
justicia; los rectos contemplarán su rostro”. Esto es algo complicado de
entender, porque si esto es verdad entonces porque hay tanta maldad en este
mundo, porque existen tantas injusticias, y la respuesta es porque el centro
del universo es Dios y no el ser humano y eso hace que lo importante no sea lo
que nos sucede a las personas, sino lo que Dios es. Pero veamos como aún con
esta verdad el texto nos afecta.
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Pues el Señor es justo. Dios posee ciertos atributos que le
definen, sin duda uno de ellos es que Dios es justo. No existe injusticia en Él
y como escribe John Piper, para que Dios sea justo, debe dedicarse al ciento
por ciento, con todo su corazón, alma y fuerzas, a amar y honrar su propia
santidad en la manifestación de su gloria.
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Él ama la justicia. Como Él es justo, no puede hacer otra cosa
que amar la justicia. La ama tanto que para que aquellos escogidos pudiesen ser
salvados mandó a Jesús para que los justificara. Dios no podía pasar por alto
la maldad de sus hijos y por eso “pero
ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por
la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en Él.” Jesús es quien cumplió y
satisfizo el amor de Dios por la justicia.
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Los rectos contemplarán su
rostro. No somos rectos
por nuestra capacidad de cumplir la ley, somos rectos porque Cristo nos une a Dios
y habiendo recibido la fe por medio de su gracia recibimos el mayor regalo que
pueda existir, que un día, ya sea que muramos o ya sea que nos llevé en su
segunda venida, veremos su rostro, porque Él nos habrá hecho rectos y aceptos
al Padre.
AP
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