“Falsedad habla cada uno con su prójimo;
hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón.”
El poeta y pensador estadounidense Emerson
escribió: “Al que juró hasta que ya nadie
confió en él; mintió tanto que ya nadie le cree; y pide prestado sin que nadie
le dé; le conviene irse a donde nadie lo conozca.” Cuantas personas mienten en
nuestros días, podemos afirmar que todos, en algún momento hemos mentido, cada
día lo hacemos. Exageramos la realidad, mentimos para librarnos de algún
problema, engañamos cuando nos dan mal el cambio. Esta es una sociedad de las
mentiras, con el maestro de las mentiras como jefe, Satanás.
Aunque esta es una realidad clara, no solo
ocurre en nuestros tiempos, es algo que ha ocurrido desde el principio, al fin
y al cabo por una mentira el pecado llegó a la humanidad. Por eso escribe el
salmista “Falsedad habla cada uno con su
prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón”. Que duro es
que nos mientan, pero que fácil es mentir a los demás, y una mentira
normalmente nos lleva a otra y así hasta que nos hemos metido en un buen
jardín.
La Biblia advierte de una manera muy clara
acerca de la mentira y siempre en contra, la tenemos en uno de los diez
mandamientos “no darás falso testimonio
contra tu prójimo”, nos anima a preservarnos “guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño”, produce
aborrecimiento hacia Dios “Los labios
mentirosos son abominación al Señor, pero los que obran fielmente son su
deleite”, nos avisa de la importancia de que no es posible hablar verdad y
hablar mentira “¿Acaso una fuente por la
misma abertura echad agua dulce y amarga?”
Para Dios este es un tema importante y nos
debe exhortar a no ser personas mentirosa, sino todo lo contrario, personas que
“por lo cual, dejada la mentira, hablad
verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros”. Necesitamos
hablarnos con verdad pero siempre con amor, cuando fallamos reconociendo
nuestro error, cuando debemos confrontar a alguien, llevándole a Cristo con
verdad y con amor. ¿Acaso no hizo eso el Espíritu Santo con nosotros? Nos
mostró nuestro pecado y a la vez el amor de Dios nos inundó. Roguemos a Dios
que sea Él quien nos ayude a ser personas que aborrezcan la mentira y hablemos
la verdad en amor.
AP
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