Salmo 15 - ¿Tienes las cualidades?


“Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu santo monte? El que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, no hace mal a su prójimo, ni toma reproche contra su amigo.”

Muchos cristianos en esta vida buscan y anhelan agradar a Dios por medio de sus obras, intentan hacer cosas buenas que hagan que Dios esté contento con ellos. Conozco personas que basan su vida en hacer obra social, en ayudar al necesitado, en dar de comer al hambriento, en visitar cárceles y orfanatos, cosas que realmente todos debiéramos hacer, cosas buenas, pero cosas insuficientes para poder ganarnos el cielo. Es imposible llegar al cielo por las buenas obras, porque si ponemos en una balanza, todo lo bueno que podamos hacer durante una vida, y en el otro lado todo lo malo que hacemos, entonces claramente saldremos perdiendo, claramente nuestros pecados serán mayores que nuestras buenas acciones. En resumidas cuentas, no podemos ganarnos el cielo. Es imposible.

Podríamos entonces preguntarnos, que pasa cuando la Biblia nos expresa que hay ciertas cosas que tienen recompensa, que pasa cuando a veces cumplimos la ley, esto mismo se pregunta el salmista “Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu santo monte? El que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, no hace mal a su prójimo, ni toma reproche contra su amigo.” ¿Es necesario cumplir todo esto para poder estar en la casa de Dios?

La respuesta es que no es necesario cumplirlo, sino que es algo que debe surgir del interior de aquellos que creen y son hijos de Dios. No necesitamos andar en integridad y obrar justicia, no necesitamos hablar verdad en nuestro corazón, no necesitamos no calumniar, no necesitamos no hacer mal a los que nos rodean, todo esto no es necesario para habitar en la iglesia, todo esto son cosas que surgen sin nosotros esforzarnos en hacerlas cuando somos hijos de Dios, es el Espíritu Santo quien las produce.


¿Debiéramos entonces preocuparnos por ellas? No, no debiéramos preocuparnos por cumplirlas, deberíamos preocuparnos si no están en nosotros clamar a Dios para que Él las produzca, todo esto se resume en los frutos del Espíritu “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.” Esto surge de nosotros porque el Espíritu Santo lo genera en nuestro interior, son frutos, igual que el naranjo da naranjas, los cristianos dan estos frutos y por lo tanto, si tienes das esos frutos cumplirás los requisitos, tendrás las cualidades para poder habitar en la casa de Dios.

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