“Me darás a conocer la
senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites
para siempre.”
Pocas cosas hay mejores que ser
invitado a casa de un viejo amigo al que hace tiempo que no ves. Pero no un
amigo cualquiera, sino uno de esos amigos que aunque lleves meses sin hablar
con él cuando te vuelves a ver parece que ayer mismo hubieses estado tomando
algo con él y conversando de cualquier tema trivial. Es un deleite volver a
encontrarte con una persona así, esos son los verdaderos amigos, aquellos que
la relación es más profunda que verse, donde existen lazos invisibles que unen
los corazones y que ni el tiempo, ni la distancia son capaces de romper.
Esto mismo ocurre con otro amigo,
sin duda el mejor amigo que podemos tener, con Dios. El salmista lo había
experimentado, y exclamó “me darás a
conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo, en tu
diestra, deleites para siempre.” Estas palabras son verdaderamente increíbles,
son ánimos, son una llamada a ser amigos de Dios y a disfrutar de su amistad.
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Me darás
a conocer la senda de la vida. ¡Qué bonito es compartir nuestra vida con
nuestros amigos! poder contarles nuestro problemas, recibir sus consejos, pasar
tiempo hablando de cosas de mayor o menor importancia. Y si esto es bueno
hacerlo con un ser humano, cuanto más no será disfrutarlo del Dios del
Universo, de nuestro Padre, de nuestro creador. Y sobre todo recibir sus
consejos, recibir la senda de nuestra vida, las decisiones a tomar. Disfrutar
de la presencia de Dios nos muestra el camino a seguir en nuestra vida.
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En tu
presencia hay plenitud de gozo. Hay muchas cosas en este mundo que pueden
ofrecer felicidad, que nos pueden ofrecer gozo, nuestra familia, un trabajo que
nos gusta, unas buenas vacaciones, comprar un coche, un piso, un cambio de
trabajo. Pero este gozo se vacía si no lo llenamos con otras cosas materiales o
experiencias. En cambio la presencia de Dios ofrece plenitud de gozo, un gozo
completo, un gozo que no necesita de nada externo, que solo se basa en Dios, ni
siquiera en nuestros sentimientos. ¡Que afortunados somos de que el gozo de
Dios sea el que suple nuestras necesidades físicas, anímicas y espirituales!
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En tu
diestra, deleites para siempre. La diestra de Dios nos habla de su
justicia, por eso mismo Jesús está sentado a la diestra de Dios Padre, porque
Él es la justicia de Dios, Él la satisfizo en la cruz, este es el deleite
nuestro, que gracias a su justicia nosotros que estábamos condenados a la
muerte fuimos traídos a la vida. ¡Que Dios tan grande tenemos!
No existe nada mejor que
disfrutar del gozo de estar en la presencia de Dios, ahí encontramos el gozo
para vivir una vida difícil, las instrucciones para seguir el camino correcto y
encontramos el consuelo de saber que siendo malos, tenemos esperanza. ¿No
tienes ganas de pasar tiempo con Dios?
AP
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