“Señor, muéstrame tus
caminos, y enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque Tú eres
el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.”
Hay algo que un hombre solamente
hará cuando esté realmente desesperado, algo que se negará a reconocer y que
pondrá mil excusas antes de hacer algo al respecto, se esforzará por
solucionarlo por si mismo e intentar demostrar que todo va bien, un hombre
nunca reconoce en un viaje que se ha perdido, y si lo hace es que su
desesperación es máxima. Mientras que una mujer no dudaría en parar y
preguntar, un hombre hará todo lo posible para demostrar seguridad y firmeza,
se esforzará en demostrar que esta todo bajo control y cuando llegue el momento
de desesperación y de presión máxima por las frases “nos hemos perdido,
¿verdad?” de la familia que le acompaña, solo en ese momento dejará su orgullo
a un lado y contra su voluntad bajará la ventanilla y preguntara como se llega
al destino. Hay que reconocer que los GPS han sido un buen invento para los
hombres, las perdidas en el viaje ya no son culpa del mal sentido de la
orientación, sino que el GPS ha fallado y nos ha llevado por donde no debíamos
ir.
Si esto ocurre en un viaje más o
menos largo, cuanto más no ocurrirá en el viaje de la vida, no solo porque nos
perdemos, sino más bien porque ¿Acaso conocemos nuestro destino? Por eso
necesitamos decir “Señor, muéstrame tus
caminos, y enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad y enséñame, porque Tú eres
el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.” ¡Sí, sabemos dónde
vamos! ¡Vamos de camino al cielo! ¡Pero es tan largo y tortuoso! ¡Tan difícil de
perderse!
En el camino de la vida nos encanta
tomar la iniciativa, nosotros decidimos todo, decidimos nuestros estudios, la
universidad a la que iremos, el trabajo que deseamos, la mujer o el marido con
el que nos casaremos, el coche que vamos a conducir, la ciudad donde nos
compraremos una casa, la realidad es que en los treinta primeros años de
nuestra vida tomamos las decisiones que marcarán el resto de años, y sin duda
es la época en la que menos nos gusta que nos digan si tenemos que ir a derecha
o izquierda, queremos tomar nuestras propias decisiones.
“Hay camino que al hombre le parece derecho, pero al final, es camino
de muerte.” No todos los caminos que cogemos llevan a Roma, no todos los
caminos son buenos, son encabezonamos en tomar nuestros caminos y nuestras
decisiones, pero no siempre tendrán un buen destino. ¿Cómo entonces podemos
saber si ir a derecha o izquierda? ¿Cómo podemos saber que decisiones tomar?
Esperando en Dios y buscando en Él la respuesta. Rogándole en oración que Él
sea el que nos muestre el camino a tomar, leyendo la Biblia y rogando que nos
ilumine para entenderla y saber ver sus consejos. Si realmente Él es el Dios de
nuestra salvación, ¿podremos dudar de Él? “Encomienda
al Señor tu camino, confía en Él, que el actuará.” No te apresures, espera
sus noticias. Dios es el único GPS para llegar al cielo.
AP
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