Salmo 29 - Soberanía


“El Señor se sentó como Rey cuando el diluvio; sí, como Rey se sienta el Señor para siempre.”

¿Por qué ocurren tantas cosas malas? ¿Si Dios existe porque hay tanta maldad? ¿Por qué siempre ocurren los desastres naturales en los mismos sitios? Pon aquí todas las preguntas que quieras, y al respuesta siempre será la misma, porque nos lo merecemos. La democracia es el movimiento por el cual hemos creído que tenemos el derecho a decidir cualquier cosa, quien nos gobierna, quien nos lidera, si vamos a un sitio o a otro a comer cuando estamos en grupo. Hoy en día es normal votar cualquier decisión que sea grupal y entonces nos preguntamos porque Dios hace las cosas de la manera que las hace si nosotros no lo hemos votado. No lo decimos de esta manera, pero al hacernos las preguntas del principio ponemos en duda la sabiduría de Dios al hacer las cosas.

Hemos olvidado que nosotros somos los culpables, que nuestro pecado corrompió la tierra y nos separó de Dios. Pero nuestros hechos no cambiaron la situación de Dios. “El Señor se sentó como Rey cuando el diluvio; si, como Rey se sienta el Señor para siempre.” Y nunca dejará de sentarse como Rey, siempre lo será pase lo que pase en la tierra, estemos como estemos nosotros y pensemos lo que pensemos que debería hacer.

Dios es soberano, esto quiere decir que Dios hace lo que quiere, cuando quiere, donde quiere, como quiere y con quien quiere. Todo lo que ocurre, pasa porque el Rey así lo ha querido, Él ha creado la ley y todos la hemos roto, todos merecemos la muerte, no merecemos que salga ni siquiera el sol, pero este Rey es un Rey bueno, y aunque ha mandado castigos y juicios, siempre ha ofrecido una solución, en el diluvio fue el arca, en Egipto fue el sacrificio de un cordero y para el infierno ofreció a su Hijo.

¡Esto sí que es ser un Rey bueno! Pero la bondad de Dios no está relacionada con la nuestra, los baremos de lo que es bueno son distintos entre los nuestros y los de Dios. ¿Acaso podremos nosotros decirle al creador de todo como tiene que hacer las cosas? Nunca, Él es el Rey y el Rey no tiene que tomar sus decisiones con sus súbditos, el Rey hace y los demás aceptan. El diluvio parece un actor horrible, pero es que con Dios no se puede jugar, no se puede bromear con su ley, la cual todos hemos roto. Todo lo que ocurre es bueno, no para nuestro plan, sino para el plan eterno de Dios. Nuestra única misión es alabarle y glorificarle. ¡Que el Rey sea alabado por siempre!


AP

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