Salmo 5 - La mejor manera de empezar



 “Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré.”
Madrugar, esa palabra que tanto daño hace a los oídos humanos, casi todo el mundo odia madrugar, prácticamente todas las personas les gustaría poder dormir hasta las nueve, diez u once de la mañana, el sonido del despertador es probablemente el sonido más odiado de nuestros tiempos, nos gusta trasnochar, pero cuando toca levantarse temprano la cosa se complica. Aunque siendo sinceros es bastante relativo, no nos importa madrugar si se trata de irnos de vacaciones, no nos importa madrugar para hacer una salida lúdica, pasar un día en la montaña, ir a un parque de atracciones, visitar un pueblecito con encanto, pero todo lo que no contribuya a nuestra satisfacción general se convierte en una cuesta difícil de subir.

Esta es la visión humana de las mañanas y el levantarnos, nos cuesta y lo hacemos de mal humor, siempre intentamos arrancar cinco minutos más. Ni por asomo se nos ocurriría madrugar para llegar más despiertos al trabajo, y mucho menos para orar o leer la Biblia. En cambio el salmista nos anima a hacerlo “Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré.” Esto es algo genuino, es pasión por Dios y por pasar tiempo con Él, pero que difícil es llevarlo a la realidad.

No creo que sea algo matemático ni definido, obviamente cada uno debemos encontrar nuestro momento de pasar tiempo con Dios, entonces porque poner énfasis en hacerlo por la mañana y tener que hacer una de las cosas que más odiamos, madrugar.

-       Buscar a Dios temprano es la mejor forma de empezar el día. No existe mejor manera de empezar el día que presentándoselo a Dios, la Biblia nos da el ánimo y la fuerza para afrontar las pruebas y la oración nos ayuda a vivir y a entender la voluntad de Dios en las horas que vendrán por delante.

-       A quien madruga Dios le ayuda. Dedicar nuestros primeros minutos de día a buscar a Dios declara que Dios es nuestra prioridad, que es lo más importante, y sin duda cuando Dios se convierte en la prioridad de nuestra vida, nos recompensa. “Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cuando hayas cerrado la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto te recompensará.” La oración viene acompañada de recompensa celestial.

-       Madrugar ayuda a crear hábitos. Durante el día es fácil que surjan cosas que nos impidan llevar a cabo el tiempo que deseamos tener con Dios. El ser humano necesita tener hábitos y la mejor forma es haciendo algo a la misma hora todos los días, cuando nos levantamos un poco antes estamos creando un hábito muy saludable.

-       Madrugar evita las distracciones. Al madrugar evitamos llamadas de teléfono, la comida que se quema, la llamada al timbre del vecino. A primera hora no existen distracciones externas que nos puedan hacer perder la concentración en Dios.

Dedicar nuestros primeros minutos de día a Dios es algo genial y maravilloso, pero no es crucial, lo realmente importante es que durante el día tengamos ese momento de intimidad, que pasemos tiempo a solas con Dios y que tras nuestras oraciones esperemos con ansias su respuesta, sabiendo que Dios es fiel y no se olvida de nosotros.
AP

Comentarios