Salmo 8 - Para la gloria de Dios


 “¿Qué es el hombre para que de Él te acuerdes, y el hijo del hombre para que le cuides?”
En el siglo XVI en Italia nació un movimiento cultural y filosófico llamado humanismo, el cual llegó a su punto álgido en el siglo XVIII con la Revolución francesa y la Ilustración. Hasta este momento todo el mundo europeo había vivido con la idea de la centralidad de Dios. En cambio con la aparición del humanismo, el centro de todo deja de ser Dios para empezar a ser el ser humano. Y así ha sido hasta nuestros días, el ser humano es el centro de todo, todo gira alrededor de nosotros y nuestro bienestar.

Sin ninguna duda este es el gran pecado de nuestro tiempo habernos creído que todo gira alrededor nuestro, que incluso Dios tiene que hacer o deshacer según nuestra conveniencia, pero que lejos de la realidad esta este pensamiento “¿Qué es el hombre para que de Él te acuerdes, y el hijo del hombre para que le cuides?” En otras palabras, en realidad no somos nada.

El ser humano ha llegado a decir que somos nosotros quienes elegimos a Dios para ser salvos, que nuestra salvación únicamente depende de que nosotros queramos que Jesús entre en nuestro corazón. Pero esto se aleja mucho de la realidad de la Biblia, y de la realidad de Dios. No somos nada, no merecemos nada, no hay nada que podamos hacer para agradar a Dios, y ante esta aplastante realidad debemos preguntarnos “¿Quién es el hombre para que de Él te acuerdes, y el hijo del hombre para que le cuides?” Y la respuesta es que no somos nada.

El gran problema es que hemos olvidado para que hace Dios las cosas. La respuesta es sencilla, Dios todo lo que hace lo hace para su gloria, a Dios lo que más le preocupa y más ama es su propia gloria, y es por esto que se acuerda de nosotros y nos cuida. “Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.” “Porque todas las promesas de Dios son en él Si, y en él amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” “Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.” “Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Todo lo que Dios hace, lo hace para su gloria, porque esto es lo que a Dios más le place.

Por tanto, no podemos exigirle nada a Dios, porque todo lo que existe, todo lo que sucede, es para su gloria, porque Él es el centro de todo, nuestra salvación fue para su gloria, nuestro nacimiento fue para su gloria, todo lo que existe y ha sido creado, ha sido creado para la Gloria de Dios. Somos parte de las cosas que glorifican a Dios, y si Dios lo que más ama es su gloria, ¿no buscaremos nosotros que la gloria de Dios sea manifiesta en nuestra vida? “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.”

AP

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