“Y los hijos de Israel respondieron
al Señor: Hemos pecado, haz con nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos
que nos libres en este día. Y quitaron los dioses extranjeros de en medio de
ellos y sirvieron al Señor; y Él no pudo soportar más la angustia de Israel.”
Recuerdo cuando era pequeño que
me contaron algo que me hizo entender a la perfección lo que es hacer el mal y
como saber verlo. Me contaban que todos en nuestra barriga tenemos una pequeña
pirámide y que esa pirámide cada vez que hacemos algo malo da una vuelta por
completo de manera que sus puntas tocan con lo que hay en nuestra barriga
haciendo que sintamos un dolor por hacer algo malo. Claro conforme vamos
haciendo cosas malas la pirámide sigue girando y girando, y esas esquinas poco
a poco se van erosionando hasta que llega el punto en que ya no duelen, las
puntas por culpa de la erosión se
vuelven redondeadas de manera que al girar ya no duelen, al hacer algo malo ya
no sentimos nada.
En esta situación estaba el
pueblo de Israel, su pirámide interior se había quedado sin puntas, ya no había
ninguna clase de dolor por hacer las cosas mal, solo el arrepentimiento podía
volver al estado original aquella pirámide, entonces “los hijos de Israel respondieron al Señor: Hemos pecado, haz con
nosotros como bien te parezca; sólo te rogamos que nos libre en este día. Y quitaron
los dioses extranjeros de en medio de ellos y sirvieron al Señor; y Él no pudo
soportar más la angustia de Israel.” El arrepentimiento del pueblo conmovió
a Dios y Él los liberó.
Realmente el arrepentimiento es
el motor y la unión entre Dios y el hombre, el arrepentimiento restaura lo que
el pecado rompe. ¿Cómo debe ser este arrepentimiento?
-
El
verdadero arrepentimiento acata las consecuencias. Israel no pedía que Dios
no les castigase, “haz con nosotros como
bien te parezca”. Nuestro arrepentimiento no debe ser en busca de nos ser
castigados, sino todo lo contrario acataremos las consecuencias.
-
El
verdadero arrepentimiento expresa dependencia. Al arrepentirnos estamos
expresando la necesidad de perdón, reconociendo que somos incapaces de ser
buenos y que solo Dios puede obrar ese milagro.
-
El verdadero
arrepentimiento muestra humildad. Mientras que el orgulloso no es capaz de
reconocer su error y se mantiene firme en su pecado, el que se arrepiente no
solo reconoce su pecado, sino que sabe que no merecer el perdón, pero clama por
misericordia, la cual será encontrada en el trono de la gracia.
-
El
verdadero arrepentimiento se demuestra cambiando. Es la única forma de
demostrar que el arrepentimiento es real “Y
quitaron los dioses extranjeros de en medio de ellos y sirvieron al Señor.”
No se quedó únicamente en palabras y buenas intenciones, se arrepintieron de
palabra y de hecho. Así debe ser nuestro arrepentimiento, no solo de palabra
sino dejando aquello de lo que nos arrepentimos.
Hay una
necesidad primordial y una característica básica de quien es hijo de Dios,
pasará su vida arrepintiéndose, no por evitar el castigo, sino porque depende
de su relación con Dios, y sabe que solo ante el trono de la gracia es donde se
encuentra el verdadero socorro.
AP
Comentarios
Publicar un comentario