“Y los cinco hombres
que fueron a reconocer la tierra subieron y entraron allí, y tomaron la imagen
tallada, el efod, los ídolos domésticos y la imagen de fundición, mientras el
sacerdote estaba junto a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres
con armas de guerra… …Y los hijos de Dan levantaron para si la imagen tallada;
y Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Manasés, y sus hijos fueron sacerdotes para
la tribu de los danitas.”
Todos hemos visto alguna película
o serie de televisión donde uno de los protagonistas ha tenido que mentir, o
hacer algo inadecuado y que va a producir más mentiras y más cosas inadecuadas
solamente para cubrir su mentira inicial, ya que si no sigue mintiendo su
coartada se verá deshecha y recibirá el castigo. Pero esto no es algo que solo
suceda en la ficción, la realidad en más de una ocasión seguro que nos ha
tenido que llevar a seguir haciendo algo indebido solamente para cubrir nuestro
primer pecado. Y es que la realidad es que el pecado genera pecado.
Que se lo digan a estos hombres
de la tribu de Dan, iban buscando un lugar donde asentarse, una ciudad donde
habitar y se encuentran con la casa donde vivía Micaía y se produce el
encuentro “y los cinco hombres que
fueron a reconocer la tierra subieron y entraron allí, y tomaron la imagen
tallada, el efod, los ídolos domésticos y la imagen de fundición, mientras el
sacerdote estaba junto a la entrada de la puerta con seiscientos hombres con
armas de guerra… …y los hijos de Dan levantaron para si la imagen tallada; y
Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Manasés, y sus hijos fueron sacerdotes para la
tribu de los danitas.” Robaron ídolos y construyeron ídolos, cayeron en una
espiral de pecado que les alejaba de Dios.
Qué fácil es que esto nos suceda
a nosotros, es tan sibilino, tan sencillo, el pecado siempre producirá pecado,
el pecado nos intentará arrastrar para que aquello que está mal, lo veamos como
bien, para que aquello que ofende a Dios creamos que es correcto, para que como
estos hombres hicieron una vez levantemos algunos ídolos, sigamos levantando
más y más. El pecado genera pecado, el pecado produce alejamiento de Dios.
Así es, el pecado son como dos
cuerdas las cuales están atadas en un nudo, y está pegada la una a la otra, un
pecado produce una pequeña separación al lado del nudo, otro pecado vuelve a
producir otra pequeña separación, y esas pequeñas separaciones sin importancia,
cuando miramos el final de la cuerda, lo que al principio era una simple
separación se convierte en un abismo, un abismo que solo acercarlos y hacer un
nuevo nudo puede solucionar. Esto es ponerse a bien con Dios, una vez nuestro
pecado poro a poco se ha ocupado de separarnos de Él, toca volver a acercar
nuestra cuerda a la cuerda de Dios, arrepentirnos y volver a hacer un nudo
junto a Dios en nuestra vida.
¿Estás muy alejado de Dios? ¿El pecado
ha abierto un abismo entre Dios y tú? No es difícil que esto suceda, la
relación se pierde tan fácilmente, nos dejamos llevar por nuestros propios
deseos y placeres que nos dejan alejados de nuestro Padre. Pero hay una
solución, arrepiéntete, arregla la situación con tu creador, vuelve a juntarte
con Él y el pecado que genera pecado se convertirá en Santidad que genera
santidad, no por ti, sino porque la santidad de Dios te llevará a buscar
santidad.
AP
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