Jueces 3 - Pruebas santificadoras


“Y eran para probar a Israel, para ver si obedecían los mandamientos que el Señor había ordenado a sus padres por medio de Moisés.”

Un hombre encontró un capullo de una mariposa y se lo llevó a casa para poder ver a la mariposa cuando saliera del capullo. Un día vio que había un pequeño orificio y entonces se sentó a observar por varias horas, viendo que la mariposa luchaba por abrirlo más grande y poder salir. El hombre vio que forcejeaba duramente para poder pasar su cuerpo a través del pequeño agujero, hasta que llegó un momento en el que pareció haber cesado de forcejear, pues aparentemente no progresaba en su intento. Pareció que se había atascado. Entonces el hombre, en su bondad, decidió ayudar a la mariposa y con una pequeña tijera cortó al lado del agujero para hacerlo más grande y ahí fue que por fin la mariposa pudo salir del capullo. Sin embargo al salir la mariposa tenía el cuerpo muy hinchado y unas alas pequeñas y dobladas. El hombre continuó observando, pues esperaba que en cualquier instante las alas se desdoblarían y crecerían lo suficiente para soportar al cuerpo, el cual se contraería al reducir lo hinchado que estaba. Ninguna de las dos situaciones sucedieron y la mariposa solamente podía arrastrarse en círculos con su cuerpecito hinchado y sus alas dobladas…Nunca pudo llegar a volar.

Esta mariposa no llegó a cumplir su propósito, la ayuda no le fue para bien, sino todo lo contrario, le perjudicó. Israel tenía que estar preparado, y Dios también les preparó un capullo donde estar “Y eran para probar a Israel, para ver si obedecían los mandamientos que el Señor había ordenado a sus padres por medio de Moisés… …Y los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor, y olvidaron al Señor su Dios, y sirvieron a los baales y a las imágenes de Asera.” Y al igual que la mariposa, recibieron ayuda externa que le llevó a la perdición y a la desobediencia a Dios.

Israel tenía una gran oportunidad, Dios quiso probar su fidelidad, les examinó, quiso ver si ellos habían entendido su propósito y como llegar a él, y fallaron, además estrepitosamente, tenían que salir del capullo por medio de la obediencia, en cambio buscaron ayuda externa y los convirtieron en inútiles espirituales. Debían confiar en Dios y cumplir sus leyes, pero ellos decidieron seguir sus propios caminos y buscar sus propias maneras. Fallaron la prueba, suspendieron el examen.

¿Puede Dios probar a los suyos? Por supuesto que sí, no solo puede, sino que lo hace y lo hace para nuestro propio bien. “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.” Las pruebas son parte del proceso de santificación. Nos afirman en Dios, nos acercan a Él, por eso las pruebas no debieran ser motivo de tristeza, sino “tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado para ser perfectos y completos, sin que os falte nada.” ¿No es esto increíble? Debiéramos dar gracias por las pruebas porque nos afianzan en Cristo. “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia carácter probado; y el carácter probado esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.” Estás pasando por pruebas, no es más que parte de la santificación de Dios para tu vida, no temas, afírmate en Dios, y Él hará. Como la mariposa necesitamos las pruebas para hacernos fuertes y crecer en santidad y comunión divina.

AP

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