Jueces 6 - ¿No te he enviado yo?

¿No te he enviado yo?

“Y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: Ah Señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha ocurrido todo esto? Y donde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado diciendo: `¿No nos hizo el Señor subir de Egipto?’ Pero ahora el Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y el Señor lo miró, y dijo: Ve con esta tu fuerza, y libra a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te he enviado yo?”

La autoridad es una de esas cosas que existen y que son difíciles de entender, sin duda todo aquel que tiene poder y personas a su cargo intentará alcanzar la autoridad como pueda. La autoridad no es más que la influencia que un líder pueda acusar en otros, y es existe en todos nuestros ámbitos, existe en los hogares, existe en los grupos de amigos, existe en las empresas y por supuesto existe también en las iglesias. Igual que existe en muchos ámbitos, también existen maneras de conseguirla, se puede lograr por medio del buen trato y de escuchar a aquellos que están a tu cargo o se puede conseguir, que sin duda es la forma más habitual, ordenando y mandando. Estas son las dos maneras que se puede lograr tener autoridad sobre otros.

Gedeón tuvo un encuentro muy especial, “y el ángel del Señor se le apareció, y le dijo: Ah Señor mío, si el Señor está con nosotros, ¿Por qué nos ha ocurrido todo esto? Y donde están todas sus maravillas que nuestros padres nos han contado diciendo: `¿No nos hizo el Señor subir de Egipto?’ Pero ahora el Señor nos ha abandonado, y nos ha entregado en mano de los madianitas. Y el Señor lo miró, y dijo: Ve con esta tu fuerza, y libra a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te he enviado yo?” él sentía tristeza y al encontrarse con Dios le expresa su decepción al ver que todo lo que ha pasado y como Dios parecía que se ha olvidado de su pueblo. Pero Dios tenía un buen plan para Él.

Quizá puedas pensar, ver y observar que estamos en momentos como Gedeón, escuchamos cosas que Dios hizo en el pasado, conversiones, milagros, transformaciones reales, como el Espíritu se movía en las iglesias, y la realidad de la apatía y frialdad ante Dios y sus cosas. Podríamos pensar que Dios se ha olvidado, que nos ha entregado en las manos de nuestro enemigo, y que ya no hay nada que hacer.

Pero sabes algo, Dios nos ha dado la autoridad, la autoridad de ponernos de rodillas y de clamar, la autoridad de ayunar, la autoridad de predicar el evangelio “¿No te he enviado yo?” Cualquier tipo de autoridad tiene un futuro incierto, pero la autoridad que Dios nos ha dado es autoridad celestial, porque no es en nuestro nombre,  la autoridad es en el nombre de Cristo. ¿No es esto maravilloso? Por nosotros no podemos lograr nada, pero el Espíritu Santo sigue siendo el mismo, nosotros no podemos convencer de pecado, pero Dios sigue teniendo las voluntades en sus manos. No somos nosotros, es Dios quien tiene y da autoridad. Clamemos, roguemos a Dios por ver su gloria y Él nos dará la victoria.


AP

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