Santiago 2:9-13 – Transgresores de la ley


“Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos. Pues el que dijo: No cometas adulterio, también dijo: no mates. Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas te has convertido en transgresor de la ley. Así hablad y así proceded, como los que han de ser juzgados por la ley de la libertad.”

En España cada delito conlleva una sanción, no es lo mismo matar a una persona que robar un banco, es más no sería lo mismo robar en una tienda y llevarte mil euros que robar a alguien por la calle y llevarte cien. El hecho es el mismo, ambos serían ladrones, pero legalmente sus consecuencias son bien distintas, la condena que conllevaría uno u otro, su castigo variará en gran diferencia. Cada delito es distinto, la legislación marca y hace una escala de delitos y castigos, ya que el asesino no recibirá la misma condena que el ladrón. Esta es la mentalidad humana.

Pero que diferentes es la mentalidad de Dios “porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos. Pues el que dijo: No cometas adulterio, también dijo: no mates. Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas te has convertido en transgresor de la ley. Así hablad y así proceded, como los que han de ser juzgados por la ley de la libertad.” En la mente de Dios no existen diferentes baremos, el que mata infringe la ley y es culpable de toda la ley, y el que miente recibe el mismo castigo. Es cierto que las consecuencias visibles son distintas, pero en ambos casos la línea que marca la justicia de Dios se ha sobrepasado y ambos recibirán el mismo castigo, la misma condena, el infierno.

Y esta es la realidad, ningún hombre en la historia, no ha existido nadie que haya sido capaz de cumplir la ley y bajo este prisma todos son culpables y transgresores y merecen ser castigados y condenados. Sí, tal y como lees tú mereces ser condenado porque has transgredido la ley de Dios, “todos se desviaron, a una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay siquiera uno.” Esta es nuestra realidad.

Con este prisma, con esta óptica nos encontramos que solo la misericordia de Dios es suficiente para librarnos de nuestra condenación, y si Dios tiene misericordia ¿no la tendremos nosotros también? ¿Seguiremos juzgando a los demás siendo también transgresores? ¿Haremos escalas de pecados? De ninguna manera. Sino que basándonos en la ley de la libertad viviremos siendo misericordiosos con los demás de igual manera que Dios ha sido misericordioso con nosotros. Porque mayor es la misericordia que el juicio, ¿no hemos experimentado nosotros eso?


AP

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