“Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército
por el aliento de su boca. Él junta las aguas del mar como un montón; pone en
almacenos los abismos. Tema al Señor toda la tierra; tiemblen en su presencia
todos los habitantes del mundo. Porque él habló, y fue hecho; Él mandó, y todo
se confirmó. El Señor hace nulo el consejo de las naciones; frustra los
designios de los pueblos… …El Señor mira desde los cielos; Él ve a todos los
hijos de los hombres. Desde el lugar de su morada Él observa a todos los
habitantes; Él, que modela el corazón de cada uno de ellos; Él, que toda la
obra de ellos entiende.”
Hay atributos de Dios que a los
seres humanos nos encantan, nos gusta decir que Dios es todopoderoso, nos gusta
decir que Dios es amor, que Dios es perfecto, que Dios es fiel, que Dios es
misericordioso. En cambio hay otros que no nos gustan tanto, su santidad por
ejemplo, porque al compararnos con su santidad nos vemos sucios, su justicia,
ya que es la que nos muestra que merecemos ir al infierno. Pero hay uno de sus
atributos que el ser humano odia, que lo rechaza por completo, ya que si es
cierto entonces el hombre y la mujer deja de ser sus propios dueños, dejan de
poder decidir y quedan a la merced de Dios, sin ninguna duda hablamos de la
soberanía de Dios.
No se conoce quien escribió este
salmo, pero hay algo que queda patente, quien lo escribió conocía a Dios, solo
de esta manera puede llegar a escribir y plasmar estas palabras. “Por la palabra del Señor fueron hechos los
cielos, y todo su ejército por el aliento de su boca. Él junta las aguas del
mar como un montón; pone en almacenes los abismos. Tema al Señor toda la
tierra; también en su presencia todos los habitantes del mundo. Porque Él
habló; y fue hecho; Él mandó, y todo se confirmó. El Señor hace nulo el consejo
de las naciones; frustra los designios de los pueblos… …El Señor mira desde los
cielos; Él ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de su morada Él
observa a todos los habitantes; Él, que modela el corazón de cada uno de ellos;
Él, que toda la obra de ellos entiende.” En otras palabras todo lo que
existe depende y se sostiene en Dios, todo lo que ocurre, ocurre porque Dios
quiere que ocurra.
La soberanía de Dios es Dios
haciendo lo que quiere, como quiere, cuando quiere, de la manera que quiere y
con quien quiere. Absolutamente todo está a merced de Dios, desde la decisión más
pequeña como elegir la camiseta que te pondrás hoy, hasta los acuerdos
políticos internacionales más importantes están comandados por Dios. Nada se
escapa a su soberanía, incluso los pelos que caen de nuestra cabeza están
permitidos por Él. Este es un Dios soberano.
La historia de la humanidad está
escrita del puño de Dios, el permitió las revoluciones, las dictaduras, todo lo
que existe, y ¿podrá alguien recriminarle algo? ¡Nunca! ¿Acaso no sabe Dios lo
que es mejor? Todo entra en el plan perfecto de que Dios reciba su gloria. Ningún
ser humano debiera recriminarle nada a Dios, sino todo lo contrario, temblar
ante un Dios el cual es ofendido cada día de la historia, ante un Dios que con
una palabra podría destruir el universo y sigue siendo paciente y
misericordioso.
El ser humano odia que le marquen
el camino a seguir, nos gusta pensar que somos dueños de nuestras vidas, que
nosotros somos quienes decidimos nuestro porvenir, pero esto solo es una
mentira que nos hemos dicho y creído, solamente Dios es quien ordena y se
cumple, todo lo que ocurre está dentro de su voluntad. Esta es la perfecta
soberanía de Dios y lo mejor que nos ha podido pasar.
AP
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