Salmo 41 - Preservados por Dios



"En cuanto a mí, me mantienes en mi integridad, y me afirmas en tu presencia para siempre."

Si tuviese que elegir un sitio en el que estar solo y tranquilo, sin ninguna duda escogería una playa en el mes de marzo o abril, cuando el frío comienza a desaparecer, la playa está tranquila y en el cuadro únicamente aparecen algunas personas que tranquilamente pasean por la orilla mientras el agua baña sus pies y algunos perros aprovechan el vacío de la arena para correr y disfrutar de la libertad. Poder estar sentado admirando la gran superficie del mar, viendo quizá un atardecer y poder gracias a la naturaleza asombrarme y admirar a Dios realmente no tiene precio, es una situación idílica.

Ese sitio en que te encanta estar, donde te sientes más cerca de Dios podríamos llamarle tu zona de confort espiritual, el lugar donde sientes la presencia de Dios y que Dios creó para su gloria y te ha sido regalado para sentirte en sus cuidados. Allí te puedes sentir como el salmista "En cuanto a mí, me mantienes en mi integridad, y me afirmas en tu presencia para siempre." Es en este lugar donde la providencia de Dios se hace más real que nunca.

Porque esta es la realidad de la vida, tu integridad viene porque Dios te mantiene en ella. Nuestro corazón desea hacer el mal, la totalidad de las decisiones que tomamos se decantarían hacia lo malo sino fuese porque Dios nos está preservando y nos mantiene en la integridad. Pero no solo eso, sino que su gracia es la que decanta nuestro corazón a hacer buenas obras, "porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas". Dios ya tenía preparado todo lo bueno que íbamos a hacer y Él decanta nuestro corazón para llevarlas a cabo.

Y esta providencia nos mantiene dentro de su propia presencia, mientras nuestra pecaminosidad desea salir corriendo y huir de la presencia de Dios porque no soportamos una santidad perfecta, Dios nos rodea y nos atrae con sus lazos de amor, y por medio de la sangre de Jesús, como quien mira con una lupa nuestras imperfecciones desaparecen, nuestra pecaminosidad es quitada y la condena que caía sobre nosotros es cumplida. Es Dios quien nos afirma en su presencia, es Él quien mueve nuestro corazón hacia Él. ¿No es maravilloso como su gracia nos transforma y nos mantiene?


AP

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