"Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han
contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Tú con tu
mano echaste fuera las naciones, y a ellos plantaste. Afligiste a los pueblos,
y a ellos los hiciste crecer. Pues no por su espada tomaron posesión de la
tierra, ni por su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu
presencia, porque te complaciste en ellos."
El año 2015 pasará a la
historia como el verano más caluroso en todo el mundo de toda la historia. Esta
semana los telediarios abrían sus programas con esta noticia, todo el mundo
sufre de unas temperaturas más altas de lo normal, los sitios fríos no lo son
tanto, los sitios de calor son mayores las temperaturas, las sequías se
incrementan, llueve menos y esto afecta en todos los sentidos, afecta a la
agricultura, afecta al estilo de vida y esto directamente afecta a la
población. Miramos atrás y recordamos años en los que aún en verano teníamos
algún día de lluvia que refrescaba, donde el calor era más soportable.
Exactamente lo mismo ocurre a
nivel espiritual, vivimos un momento de sequía importante, igual que lo vivió
Israel y llevó al salmista a escribir
"Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado
la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Tú con tu mano
echaste fuera las naciones, y a ellos plantaste. Afligiste a los pueblos, y a
ellos los hiciste crecer. Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra,
ni por su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu
presencia, porque te complaciste en ellos." Generaciones anteriores
que vieron la gloria de Dios y hoy no hay nada.
Una época de sequía
espiritual, parece que el poder de Dios se ha desvanecido, las iglesias no
crecen, no existen conversiones, nadie se vuelve a Dios, el crecimiento se ha
convertido en engordamiento de creyentes que llenan los bancos desde otros
países. Parece que Dios ha cortado su mano, sabemos que Dios es poderoso,
sabemos que Dios no cambia, pero no vemos su obra, parece que solo existe el
sol y que estamos en un desierto espiritual, parece que no hay solución.
Pero si los hechos son
diferentes también lo somos los cristianos de hoy día, cristianos que han
dejado de orar, de leer la Biblia, cristianos que se alimentan de música llena
de mentiras, púlpitos que hablan más de lo importante que es el hombre y dejan
a Dios como una muletilla sin sentido. Cristianos que su fuente de bebida es el
activismo y no la Biblia ni la relación íntima con Dios. Pero en medio de esta
realidad aún hay algunos que claman a Dios, algunos que buscan del Padre en
espíritu y verdad. Unámonos todos y cambiemos nuestro estilo de vida, busquemos
parecernos a aquellos puritanos que por la gracia de Dios desataron tormentas
de bendición del cielo, gente como nuestros abuelos que vivían el evangelio
fuera de las iglesias testificando en todo tiempo. Dios no ha cambiado,
nosotros lo hemos hecho, es el tiempo de despertar y clamar por lluvia que haga
crecer el fruto en medio de este desierto.
AP
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