"Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios
por rescate por él, porque la redención de su alma es muy costosa, y debe
abandonar el intento para siempre, para que viva eternamente, para que no vea
corrupción. Porque él ve que aun los sabios mueren; el torpe y el necio perecen
de igual manera, y dejan sus riquezas a otros. Su íntimo pensamiento es que sus
casas serán eternas, y sus moradas por todas las generaciones; y a sus tierras
han dado sus nombres."
En el siglo III la iglesia
organizó a la perfección como debía ser la penitencia para el arrepentimiento,
empezando por la exclusión de la eucaristía y acabando con la reconciliación,
todo dependía, por supuesto de la gravedad del pecado, pero el tiempo de
penitencia era realmente largo. Se debían seguir algunos pasos, empezaba con la
confesión al obispo, por "gracia" era admitido a la penitencia,
durante algunas semanas se vestía con una ropa especial para que todos viesen
que estaba en estado de penitencia. Durante este tiempo debía demostrar su
arrepentimiento con algunas obras de penitencia como son las oraciones, las
ofrendas o ayunos, pero por supuesto en este tiempo no solamente era excluido
de la eucaristía sino también de las reuniones. Tras un buen tiempo en esta situación,
la comunidad oraba por él, y el penitente era reconciliado por la imposición de
manos del obispo.
Esto solo es un ejemplo, por
supuesto como todo la "doctrina" de la penitencia fue cambiando y
evolucionando a lo largo del tiempo. Pero su origen y su objetivo es totalmente
contrario a la Biblia, nunca la penitencia sirvió para recibir perdón divino,
nunca, ninguna persona ha podido hacer nada por salvar a otro, así mismo lo
expresa el salmista: "Nadie puede
en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios por rescate por él, porque
la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para
siempre, para que viva eternamente, para que no vea corrupción. Porque él ve
que aun los sabios mueren; el torpe y el necio perecen de igual manera, y dejan
sus riquezas a otros. Su íntimo pensamiento es que sus casas serán eternas, y
sus moradas por todas las generaciones; y a sus tierras han dado sus
nombres." La salvación no es posible que exista por ningún medio
humano.
No hay nada que ningún hombre
podamos ofrecerle a Dios lo suficientemente valioso para salvar nuestras almas,
ninguna obra, ningún hecho, ninguna penitencia vale lo suficiente como para que
nuestros pecados sean perdonados. Absolutamente nada de esta tierra puede tener
el valor para perdonar nuestras ofensas, el precio es demasiado grande, por eso
Dios mismo puso la solución. Jesucristo, una solución gratuita, pero con un
precio enormemente grande, con un valor incalculable, mayor que todas las
riquezas que han existido en el mundo, más valioso que la vida de todos los
piadosos que han podido habitar la tierra, un inocente muriendo por los
culpables, para que la justicia de Dios fuese satisfecha, para que los cargos
que hay en nuestra contra sean pagados por su sangre en la cruz, por medio de
su muerte.
Llegará el día en que todos
muramos, el sabio y el necio, el rico y el pobre, el rey y el esclavo, los
futbolistas y los albañiles, absolutamente todo el mundo morirá y entonces todo
lo que tiene valor se quedará en la tierra y otros lo disfrutarán y es aquí
donde importará las riquezas celestiales. El que verdaderamente ha entendido el
sacrificio de Cristo, el que ha experimentado el perdón sin haber hecho
penitencia, el que ha visto como la gracia de Dios le alcanzaba es el que tiene
su pensamiento en que su casa será eterna, y que su morada será por todas las
generaciones, que disfrutará de una eternidad en el cielo, no por sus buenas
obras sino por la única obra que ha importado en la historia, por el nacimiento
que partió la historia en dos, por la sangre de Jesús para perdonar los pecados
de quienes se arrepienten. El precio fue muy alto, ¿lo estás valorando bien?
¿Piensas en tu casa la cual será eterna? ¿O por el contrario estás demasiado
ocupado con aquello que dejarás aquí cuando mueras? No olvides el precio que
pagó Jesús, por tus obras no puedes conseguir nada, solo su sangre te puede
perdonar.
AP
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